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Opinión
Tribuna
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La estadística es el pariente pobre de la economía

Al BCE le preocupa la buena calidad de las estadísticas. El autor asegura que será difícil mejorar la captación y elaboración de datos en Europa si las instituciones no se coordinan mejor y anuncia las novedades que prepara la autoridad monetaria en esta área

La concesión del Premio Nobel de Economía a Clive Granger y Robert Engle constituye un reconocimiento a la importancia que las técnicas estadísticas y econométricas tienen para la formulación de proyecciones y previsiones tanto macroeconómicas como financieras. Es, en realidad, aunque sólo sea por un año, por así decirlo, un Premio Nobel de Estadística o, para ser exactos, un Premio Nobel de Estadística y Econometría.

Como le gustaba decir a Alexandre Lamfalussy, primer presidente del Instituto Monetario Europeo (IME), embrión del actual Banco Central Europeo (BCE), 'nada es más importante para la política monetaria que disponer de buenas estadísticas'. A lo que podría añadirse que aunque se disponga de buenas estadísticas, éstas no se pueden aplicar con éxito a la política monetaria o a otros fines si no se dispone también de buenos métodos de tratamiento de las series estadísticas, como el Engle-Granger Test, o si no se dispone de técnicas econométricas apropiadas como la cointegración o el modelo ARCH, para sólo citar algunos de los desarrollos a los que los profesores galardonados con el Nobel contribuyeron decisivamente.

El Nobel a Granger y Engle reconoce la importancia que tienen las técnicas estadísticas para el análisis y la predicción

En general, la estadística y las técnicas econométricas son los parientes pobres de la familia económica. En el BCE nos hemos esforzado para que esto no sea sí. En tiempos del IME, Estadística era una división del Departamento de Economía; ahora es una dirección general, exactamente igual que Economía, Investigación o Internacional. En cinco años hemos doblado el número de expertos que trabajan en la dirección general. Está en curso una reorganización interna de la dirección general, que esperamos tener a punto el 1 de enero próximo, una de cuyas principales novedades es la creación de una nueva División de desarrollo estadístico que permitirá prestar más atención al diseño y desarrollo de nuevos métodos e instrumentos estadísticos. Los usuarios de nuestras estadísticas, como los clientes de los buenos restaurantes, no sólo quieren buenos alimentos sino también una buena cocina, un buen tratamiento de los alimentos.

A propósito de los usuarios o clientes de las estadísticas, el Premio Nobel concedido a Granger y Engle también suscita una reflexión acerca del carácter multidisciplinario de las técnicas y aplicaciones estadísticas, válidas no sólo para el análisis y predicción macroeconómica sino también para el análisis y predicción financiera. Estadística debe en efecto dar servicio no sólo a nuestro mejor cliente de siempre, Economía, sino también a Operaciones, a Estabilidad Financiera, a Internacional y, desde luego, a los mercados y al público europeo en general.

En el BCE nos preocupa el coste de las estadísticas, no sólo en términos estrictamente económicos sino también en términos del esfuerzo que somos conscientes que pedimos a quienes nos facilitan los datos, principalmente bancos y cajas de ahorros y también a los bancos centrales nacionales que en primera instancia los procesan. Conscientes de ello, no aprobamos ningún nuevo desarrollo estadístico si antes no supera una prueba de comparación de beneficios y costes. De todas formas, pienso que será difícil mejorar las estadísticas europeas si las instituciones que hacemos estadísticas no nos coordinamos mejor, no redefinimos nuestras prioridades y, ciertamente, no dedicamos más recursos al cumplimiento de nuestra importante función.

Con vistas a la ampliación de la Unión Europea y después de la Unión Monetaria Europea no debe subestimarse la enorme dificultad de la tarea que están haciendo y deberán seguir haciendo en el terreno estadístico los bancos centrales nacionales y los institutos nacionales de estadística de los países candidatos, cuyo tamaño en algunos casos plantea serios interrogantes acerca de la posibilidad de disponer de la mínima masa crítica de recursos que la atención a las estadísticas requiere y merece.

Pero hoy no toca preocuparse sino congratularse. Muchas gracias a los profesores Granger y Engle por lo que han hecho a lo largo de su larga vida académica por la mejora de la técnicas estadísticas y econométricas y enhorabuena por la concesión del Nobel. Enhorabuena también a la Universidad de California en San Diego por haber dado cobijo a estos dos grandes científicos durante casi un cuarto de siglo. Y enhorabuena finalmente -¿por qué no?- a la Escuela de Negocios de la Universidad de Nueva York por haber tentado con éxito a Robert Engle, como a otros, para pasar a formar parte de su acreditada plantilla de profesores desde el año 2000. También las universidades pueden soñar con tener su dream team.

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