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Columna
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Cuentas 2004

El Presupuesto es la expresión cifrada de un programa de gobierno. Un instrumento o, mejor aún, el instrumento de priorización de las políticas de gasto público, el reflejo contable de una voluntad política.

Pero el Presupuesto es también un instrumento de política económica. Sin soberanía monetaria nacional, es, junto a las reformas estructurales del mercado de factores, bienes y servicios, un instrumento fundamental para soliviantar presiones indebidas sobre la demanda agregada que generen tensiones inflacionistas. España ha sabido desde 1996 desarrollar una intensa política de consolidación presupuestaria. Y lo ha hecho desde la convicción política de que la estabilidad presupuestaria contribuye a la estabilidad macroeconómica, mejora las condiciones de financiación de nuestra economía, genera flujos de ahorro público, deja jugar a los estabilizadores automáticos evitando cualquier sesgo procíclico de nuestra política fiscal, posibilita las reducciones de impuestos que contribuyen a nuestro crecimiento económico y orienta el presupuesto hacia las políticas que favorecen la productividad y el crecimiento a largo plazo como la inversión en infraestructuras y en I+D+i.

Los Presupuestos de 2004 son, por cuarto año consecutivo, unos Presupuestos equilibrados, con todo el valor añadido que ello supone en términos de credibilidad de la economía española. Estos son unos Presupuestos creíbles, seguros, estables y con visión de futuro sobre las políticas de gasto que hay que priorizar. Si analizamos, ya en perspectiva histórica, la estrategia de consolidación fiscal de los últimos años, desde 1996, veremos que el equilibrio presupuestario se ha alcanzado con una fuerte contención del gasto corriente, que nos ha permitido liberar recursos para destinarlos a las políticas de inversión, de dotación de capital humano y tecnológico y de gasto social. Dogmas keynesianos al margen, el ajuste fiscal ha sido un instrumento eficaz para impulsar el crecimiento, la creación de empleo y la reducción de impuestos. Nuestro PIB se ha ido disparando a medida que se iba contrayendo el déficit, y nuestro ritmo de creación de empleo también. Incluso en momentos de atonía cíclica hemos sido capaces de avanzar en el proceso de convergencia real en términos de renta y empleo con la UE.

Ha caducado el viejo mito de que la economía española destruye empleo si Europa entra en desaceleración

Han caducado los viejos mitos de que nuestra economía era incapaz de crear empleo con un crecimiento inferior al 3% o de que destruía empleo cuando Europa entraba en desaceleración. Hemos sido capaces de converger con la UE en renta y en empleo en coyunturas de desaceleración. Nuestra renta per cápita estaba en 1995 en un 78% de la media comunitaria, y en 2002 se ha situado en un 84%.

La foto del Presupuesto para 2004 es fácil de revelar. Impulsa el crecimiento y el empleo, consolida la estabilidad presupuestaria y prioriza determinadas políticas de gasto. Además de en la política tributaria de reducción de impuestos para estimular la economía productiva, donde se aloja de verdad un programa de gobierno es en la priorización de determinadas políticas de gasto.

La primera, el gasto social, pilar del Estado del bienestar que se nutre de la mitad de los recursos presupuestarios. Este es un Gobierno que gasta la mitad de su Presupuesto en cohesión social, que garantiza y amplía la cobertura social, sin olvidar que la primera, y principal, política social es la que consiste en crear empleo.

La segunda de ellas es la política de inversiones públicas, que se incrementa un 10,5%, por encima del incremento del PIB nominal.

La inversión contribuye a dinamizar la economía y a su potencial de crecimiento, de ahí la necesidad de proseguir el proceso de formación de capital público. El Plan de Infraestructuras no es una mera entelequia, sino un plan riguroso con soporte presupuestario año tras año.

La tercera, y no menos importante, es la inversión en I+D+i para mejorar nuestra competitividad. Y, por último, el gasto orientado al reforzamiento de los servicios públicos esenciales como la seguridad interior y la justicia.

Este es el programa de Gobierno para 2004, y es, sin duda, un programa político, cuya elaboración no parece que pueda subcontratarse a una consultora privada. No expreso una tautología, sino una convicción firme, si digo que la política presupuestaria es, por antonomasia, la política.

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