Vivir de la Bolsa sin salir de casa
Hasta 2010 la tendencia del mercado será alcista. En 2011 vendrá un gran crac, según la teoría de las ondas de Benner'. Quien afirma esto no es el jefe de análisis de un banco de inversión. Tampoco se trata de una profecía de Nostradamus. Son palabras de José Luis Alexandre, 51 años, actor de formación y uno de los 5.000 day traders españoles que han hecho de la inversión intradía su profesión.
Alexandre trabaja en un entorno muy alejado de lo que se entiende como centro financiero. Vive en una urbanización al noroeste de Madrid. Un camino estrecho sin asfaltar lleva hacia un chalet a medio construir. En la parte habitable de la casa ha instalado su centro de operaciones. El salón hace también las veces de oficina. Enfrente de la chimenea hay una gran mesa. El ordenador está conectado a través de una línea ADSL con una casa de Bolsa que le facilita las herramientas para invertir.
Alrededor de la mesa hay enormes rollos de papel cuadriculado en los que Alexandre dibuja la evolución del mercado. Todas las resistencias y soportes de los principales índices están apuntadas en estos pergaminos. Con una regla tira líneas y más líneas para intentar anticipar la tendencia que seguirá la Bolsa.
Licenciado en Artes Dramáticas, Alexandre ha hecho más de 20 películas y series de televisión como Retrato de familia o Fortunata y Jacinta. Los baches de la profesión de actor y su afición a las matemáticas le llevaron a debutar en Bolsa a principios de los años noventa. Sin embargo, no se convirtió en un inversor profesional hasta 1997, tras hacer varios cursos de trading.
¿Se puede vivir de esto? 'Claro, y muy bien. Pero hay que ir con cuidado. Yo mismo me he quedado a cero en un par de ocasiones. Lo importante no es saber cuánto se quiere ganar, sino hasta cuánto se está dispuesto a perder'.
Alexandre trabaja sólo con futuros sobre el Euro Stoxx 50. 'Es un índice para profesionales. Se mueve a gran velocidad. El Ibex es más de andar por casa'. Con 20 contratos se pueden ganar fácilmente 3.000 euros al día, según este trader. 'Ahora bien, con la misma facilidad que se ganan también se pueden perder', avisa.
La actividad de un operador intradía se asemeja a la de los surfistas. æpermil;stos esperan la llegada de la mejor ola. Se suben a ella, intentan adivinar por dónde va a romper y aguantan hasta que ya no tiene fuerza para salir airosos de ella. Los day trader, en la búsqueda de su particular ola, utilizan el análisis gráfico o chartista. No dejan posiciones abiertas al cierre de la sesión para no verse sorprendidos en la subasta del día siguiente.
La ola de los day traders se llama tendencia, el momento en el que todas las órdenes se cruzan y apuntan hacia una misma dirección. Para detectar la tendencia los day traders utilizan los soportes y las resistencias, así como las medias de todos los precios de mercado, tanto de compra como de venta. Cuando descubren la tendencia apuestan por una subida o por una bajada del valor. Si creen que el precio de las acciones va a caer, venden en ese momento para luego recomprar los títulos más baratos y viceversa.
A los traders no les duelen prendas en reconocer su carácter de especuladores. 'Todo el que hace intradía es un especulador', apunta Alexandre. '¿Invertir yo? Nunca. Ya invertí de la forma tradicional y me arruiné. ¡Si supiera la gente cómo funciona el mercado...!'.
El estrés es uno de sus peores enemigos. Se pasan horas delante de la pantalla y tiene que tomar decisiones importantes en poco tiempo. A veces surgen imprevistos que requieren de gran frialdad. Alexandre recuerda de forma especial la tarde del 11-S. 'Me quedé paralizado. La caída del mercado fue tan rápida que no pude hacer nada. Dejé que bajara. Sabía que se iba a recuperar. Cerré la casa, me marché a la playa cuatro días y cuando regresé la situación se había normalizado'.
Alexandre, además de ganarse la vida, disfruta con el day trading. No para de hablar de lo que va a hacer la Bolsa. Sin embargo, reconoce que si llegase una buena oferta para hacer cine lo dejaría todo. 'Es mi profesión, la llevo dentro'.