Lo mejor, la renta variable
La buena evolución de la economía americana se ha trasladado al resto del mundo. Alfonso Gil cree que en este contexto la renta variable se perfila como la mejor alternativa de inversión
Como en cualquier otro aspecto de la vida, la toma de decisiones en materia de inversión debe basarse en la información. Dejarse llevar por golpes de mercado o tendencias nos llevará, a buen seguro, a tener más de una sorpresa no deseada. Si algo hay que destacar de los últimos meses, eso ha sido el efecto positivo que han seguido ejerciendo las políticas monetaria y fiscal expansivas en Estados Unidos, así como la depreciación de su moneda, el dólar.
Los datos macroeconómicos publicados en todo el mundo en septiembre han continuado la senda de mejora, siendo especialmente positivos en EE UU. La revisión al alza del crecimiento del PIB en el segundo trimestre hasta el 3,3%, la fuerte mejoría en los indicadores ISM de sentimiento empresarial y, dentro de ellos, de los componentes de nuevas órdenes, las fuertes órdenes de bienes duraderos, el incremento de las ventas al por menor y el incremento de la confianza de los consumidores, son signos de esta mejoría de la economía americana.
Esta fortaleza se ha reflejado de forma clara en los beneficios empresariales, registrando un considerable incremento durante el segundo trimestre del año que, previsiblemente, se consolidará en el tercer trimestre.
Como dato negativo hay que destacar el mal comportamiento del mercado laboral que, a pesar de esta clara recuperación de la economía, no muestra síntomas de mejora.
Esta evolución de la economía americana se ha trasladado al resto del mundo, siendo especialmente visible en los datos económicos de Japón y del sureste asiático, pero también en los de confianza en Europa. Esto ha llevado a que se abandonen, de momento, los miedos a la deflación. Incluso en países donde el fenómeno era una realidad, como Suiza o Japón, empiezan a cesar las presiones deflacionistas.
A medio plazo habrá que vigilar la evolución del empleo, ya que una vez cesen los efectos positivos de las políticas reflacionistas en EE UU, sin una mejoría de este indicador, sería difícil mantener el consumo y la construcción en los elevados ritmos de crecimiento actuales. Sin embargo, a corto plazo, los últimos datos nos llevan a elevar las previsiones de crecimiento de la economía americana durante este tercer trimestre del año por encima del 4%, por lo que los mercados seguirán descontando un escenario de reflación.
En base a este análisis macroeconómico, las conclusiones respecto a la evolución de los activos de renta fija y renta variable no pueden ser otras: las expectativas de inflación y crecimiento económico, y los volúmenes de emisión de deuda pública esperados por parte de países con elevados déficit públicos dibujan un escenario poco optimista en el mercado de bonos. Sin embargo, las previsiones de crecimiento en EE UU y la mejora clara de los resultados empresariales y otros indicadores macroeconómicos perfilan los mercados de renta variable como la mejor de las opciones en lo que a rentabilidad esperada se refiere.
Anótese un par de datos a tener en cuenta: mantenerse infraponderado en dólares y empezar a considerar los yenes dentro de su cartera. En renta variable, por áreas geográficas, incrementar la exposición al mercado nipón, ya que tiende a comportarse mejor en las recuperaciones cíclicas, arroja unas valoraciones más atractivas y las reformas económicas emprendidas pueden tener un impacto positivo.