El entusiasmo es un asunto técnico
El lamento más escuchado en las salas de contratación de las firmas de Bolsa durante las últimas semanas se identifica con la baja actividad. El inversor final sigue sin aparecer y se limita a rotar posiciones en fondos de inversión. No hay movimientos en operaciones puras de acciones. Son los técnicos, por penúltima vez, los que ponen y quitan la guinda al pastel. Primero, con ventas por el cansancio advertido en los índices y ahora con recompras.
Este fenómeno ha alcanzado tal grado de madurez y de perfección en algunos casos que confunde la realidad con la ilusión y hace del acontecer bursátil un espejismo. Nada es lo que es en la Bolsa ni nada es lo que parece.
Este fenómeno irreal hace que el entusiasmo, que es un sentimiento humano, sea un asunto técnico, cercano a la robótica, por explicarlo de algún modo. El entusiasmo que han demostrado los mercados desde la tarde del miércoles y compases sucesivos de la jornada de ayer no es fruto del frenesí de los participantes. Es un proceso de recompra de acciones de los fondos de alto riesgo que recortan su camino.
Son las órdenes técnicas, por tanto, las que vuelven a confundir a la parroquia. Por eso se escuchan razonamientos atropellados y apuntes lejos de la verdad, como que el dinero vuelve a mostrarse nervioso y con entrada a raudales en los mercados de acciones.
Este fenómeno especial no es nuevo en la Bolsa. Dura desde el inicio de la invasión de Irak. Antes del verano, a decir de los expertos, se registraron entradas netas de dinero de los inversores finales, pero en cuantía escasa. Con el verano llegó la ola de calor y el tedio. La entrada del otoño tampoco ha mejorado las cosas en términos de actuaciones de los inversores particulares.
Los especialistas en derivados, en fin, han cerrado algunas posiciones cortas a la espera de nuevos indicadores macroeconómicos. O no, quién sabe.