Brecha en la UE
El presidente, José María Aznar, ha aprovechado su viaje a Berlín para restañar, al menos parcialmente, las heridas abiertas con la guerra de Irak. Aznar alabó las reformas económicas promovidas por el canciller alemán, Gerhard Schröder, para dinamizar la economía y reducir el déficit público. Además, eludió un ataque frontal a Alemania por su incumplimiento de los límites de déficit del Pacto de Estabilidad. Y ambos líderes acordaron pasar página a la crisis desatada por la guerra de Irak. Pero ni las buenas palabras ni los abrazos para la cámara lograron ocultar la importante brecha que sigue separando a España y Alemania en un tema tan crítico como el reparto de poder en la Unión Europea. Aznar rechaza de plano la propuesta acordada por la Convención y plasmada en el proyecto de Constitución Europea. Un modelo que tira por tierra los logros conseguidos en el Tratado de Niza, en el cual España se aseguraba un peso político en la UE superior al que le otorgará el actual modelo de Constitución. Una brecha que será difícil de eliminar de aquí al mes de mayo, a menos que se consigan compensaciones alternativas.