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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Punto y seguido en Eurostat

El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, intentó pasar página ayer en el escándalo contable detectado en Eurostat, la Oficina de Estadística comunitaria. Resulta encomiable el esfuerzo del italiano por evitar que el caso degenere en una crisis institucional de dimensiones imprevisibles, pero Prodi no debe olvidar que su equipo llegó a Bruselas con la consigna de desterrar las corruptelas que acabaron defenestrando en 1999 la anterior Comisión. Prodi se atrinchera tras la línea que ha trazado entre su mandato y el de su antecesor, el luxemburgués Jacques Santer. Pero las investigaciones en curso en los tribunales de París y Luxemburgo, así como los expedientes abiertos por la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (la OLAF), amenazan con difuminar esa supuesta frontera.

La justicia debe seguir su curso para clarificar responsabilidades administrativas que pueden tener consecuencias políticas. Pero Prodi ha hecho bien en resistir la tentación de adoptar medidas draconianas basadas en la presión mediática y no en pruebas contundentes. Los grupos parlamentarios, salvo excepciones minoritarias, también han comprendido la inconveniencia de provocar una crisis institucional en un momento en que la Unión Europea redacta su primera Constitución, está a ocho meses de la mayor ampliación de su historia y se aproxima a unas elecciones al Parlamento Europeo, en junio de 2004, sobre las que flota una neblina de euroescepticismo. Europa necesita transparencia en las instituciones, no caza de brujas ni chivos expiatorios.

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