Los garantizados han acaparado la oferta de los últimos años
El desplome que han sufrido las rentabilidades de los planes de pensiones en los últimos años ha ido parejo con un cambio de actitud de los inversores y, sobre todo, de las entidades financieras que, al fin y al cabo, son las que ofertan los productos.
A finales de los noventa nacieron numerosos fondos de pensiones sectoriales que invertían mayoritariamente en los sectores más en boga entonces: tecnología y telecomunicaciones. Con el pinchazo de la burbuja bursátil las entidades optaron por ofertar un nuevo tipo de plan de pensiones, más conservador, amparándose en el mal tono de los mercados y en el creciente miedo de los inversores a la Bolsa.
Los planes garantizados se convirtieron en la estrella de las campañas comerciales que bancos y cajas lanzan a finales de año. Planes que garantizan el capital más una rentabilidad adicional, que en muchos casos apenas supera la inflación interanual. Productos, en definitiva, muy conservadores, para un tipo de instrumento, el plan de pensiones, que contempla un plazo muy largo y que da opción, con el discurrir del tiempo, a que las carteras se revaloricen al margen de los ciclos a corto plazo.
En los últimos años, en cualquier caso, las carteras de los planes, en otra época cada vez más volcadas en la renta variable, han disminuido su exposición a las Bolsas internacionales y aumentado sus cotas de liquidez hasta el 19% en junio, según los datos de Inverco.