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Lealtad, 1

La noria cada vez tiene menos agua

El ruido mediático, agrandado por la llegada de los índices a los máximos del año en el ecuador de agosto, despertó de la siesta, siempre reparadora, a los participantes en el mercado. El ruido ha sido similar al de una tormenta seca, con intensos relámpagos y atemorizadores truenos, pero sin una gota de agua con la que saciar la sed de los campos. Mucho ruido y pocas nueces, que diría el otro.

Cuando septiembre dobla la esquina, los índices vuelven a niveles de principio de junio. Es decir, no se ha avanzado nada. Tampoco se ha logrado consolidar el mejor registro del año. El rango sigue donde estaba, con soportes psicológicos, más que técnicos, en el nivel de los 7.000 puntos, y resistencias al alza en los 7.300. Ni una ni otra referencia, en cualquier caso, despierta pasiones especiales pese al empeño manifestado por algunos alborotadores del análisis técnico.

Unos dicen que el barco de la Bolsa está embarrancado; otros, que las cotizaciones están en tierras pantanosas, y aquellos, que la bestia sigue monótona en su recorrido circular de la noria, pero con poca agua, cada vez menos, con que atender los riegos y satisfacer las necesidades inmediatas. Así lo prueba el bajo volumen de negocio, más propio del agosto duro que de la vuelta a la normalidad tras las vacaciones de verano.

Hay sentimientos enfrentados entre inversores, operadores y analistas. Los más prudentes destacan que desde los mínimos de octubre los índices han subido un promedio del 30% y que muchos multiplicadores alcanzan niveles estratosféricos, principalmente los de los valores tecnológicos que son los que han llevado la batuta de la recuperación de los mercados.

Quienes están fuera de la Bolsa se contienen a la espera de que mejoren los fundamentos económicos, que mejoran, pero no con la progresión que apuntaron hace unas semanas los mercados de acciones. De nuevo, indecisión.

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