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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La decisión sueca

No es para frivolizar con un 'ellos se lo pierden', ni mucho menos. El no de Suecia a la moneda única debe servir para recordar que la zona euro no tiene por qué ser café para todos, y que es un núcleo cada vez más estable al que se puede incorporar el socio que lo desee. La prueba está en la tranquilidad con que se lo han tomado los mercados, incluidos los monetarios. Si hay problemas para preocuparse están en el retraso en la integración de los mercados energético o financiero, la falta de política común de defensa y seguridad, los problemas con el Pacto de Estabilidad o en las reformas pendientes. Esas carencias son las que quitan atractivo a la UE. El encanto europeo, como la coyuntura, no está en su mejor momento y es malo que los ciudadanos -sean suecos, o británicos o daneses, también pendientes de referéndum- no estén deseando entrar en el club del euro por temor a recortes en su bienestar. La llegada de Suecia hubiera sido una buena noticia. Porque, en el medio plazo, y no desde el punto de vista monetario, sino desde la óptica de la integración, la estabilidad y la cohesión europeas, es negativo que no esté. Eso lo saben sus empresas, con Ericsson a la cabeza, cuyos responsables ya han dicho que la economía sueca se resentirá de esta decisión.

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