El Pacto, en el aire
La somnolienta y decadente localidad de Stresa, al norte de Milán, presenció durante el fin de semana el último capítulo, por ahora, de la saga del Pacto de Estabilidad. Los ministros de Economía de la Unión Europea se reunieron a orillas del Lago Maggiore para debatir, una vez más, si en periodos de recesión económica como el actual deben imperar las normas o la lógica. Las primeras dicen que Francia y Alemania, motores económicos de la UE ahora en punto muerto, deben recortar el gasto público y limitar la inversión. Los defensores del Pacto, con argumentos más morales que económicos, aseguran que París y Berlín deben pagar así su irresponsabilidad por no haber aprovechado la etapa de bonanza (1999-2000) para proceder a la consolidación fiscal. Entre los Torquemadas fiscales figuran países de dudosa pureza fiscal, como Bélgica, con una deuda superior al 100% de su PIB, o España, cuyas arcas engrosan cada año millones de euros de los presupuestos comunitarios. Quizá todavía sea tiempo para que se imponga el sentido común y el principio de que las normas no están hechas para aplicarlas, sino para interpretarlas.