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Presupuestos

Francia se resiste a reducir el déficit público pese a la flexibilidad de Bruselas

Francia contra las cuerdas? El ministro galo de Economía, Francis Mer, se encontraba ayer acorralado por la mayoría de sus homólogos de la zona euro, que en el Consejo informal celebrado en Stresa le exigían el acatamiento, siquiera formal, de las normas fiscales pactadas unánimemente hace seis años.

París se resiste a corregir el déficit público y en 2004, por tercer año consecutivo, podría superar el máximo permitido por la Unión Europea del 3% del producto interior bruto. El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, confió en poder pactar un calendario para que Francia suscriba 'un compromiso de regreso a la disciplina fiscal'.

Mer afirmó en la reunión que los planes presupuestarios para el próximo ejercicio son todavía objeto de discusión en el seno del Gobierno francés, por lo que no puede adelantar todavía cifras concretas sobre su balanza fiscal. En todo caso, la reducción del déficit que prevé será muy por debajo de lo que exigen los socios de la zona euro.

'Francia no nos ha aportado ninguna cifra clara sobre el déficit previsto', se quejó el comisario de Economía, Pedro Solbes. 'Sólo hemos recibido información sobre sus planes de reformas estructurales'.

Solbes advirtió que 'todo depende de Francia'. 'En octubre examinaremos su presupuesto para comprobar si respeta las recomendaciones sobre reducción de déficit que el Consejo de Ministros de la UE aprobó en julio. De no ser así, emitiremos nuevas recomendaciones y Francia dispondrá de dos meses para cumplirlas'.

El siguiente paso son sanciones de hasta el 0,5% del PIB nacional, una inquietante posibilidad que todas las partes quieren remota. 'Aplicaremos el tratado y las normas', afirma Solbes. 'Las sanciones aparecen en el tratado y en las normas', añade. Y bromea en voz baja con Giulio Tremonti, ministro italiano y presidente de la UE este semestre: 'Parezco un abogado'.

Como cualquier abogado, Solbes también sabe que el retorcimiento de la letra pequeña de las normas puede abrir una vía de escape para los infractores. La referencia en el pacto a 'circunstancias excepcionales' que justificarían un derrapaje fiscal es tan real como la amenaza de las sanciones. 'Todavía no sabemos cómo interpretar esa referencia', reconoce Solbes, 'pero en cualquier caso debería ser una interpretación muy restrictiva'.

La actitud levantisca de Francia contrasta con el acatamiento de las normas por parte de Portugal y Alemania, los otros dos países cuyo déficit ha desbordado el máximo permitido en el pacto. 'Portugal ha reafirmado hoy sus compromisos', elogió Solbes, 'lo cual, dada su situación económica, es una muestra de coraje'. Los enemigos del pacto afirman que el rigor fiscal de Lisboa no ha hecho sino agravar el declive de la economía lusa. París no quiere seguir esa receta,

Berlín también ofreció promesas de contención del gasto, aunque sus previsiones de corrección del déficit se basan en expectativas de crecimiento irreales.

La indisciplina francesa puede llegar al tribunal

Pedro Solbes, comisario europeo de Economía, encabeza el piquete formado por los ocho alumnos aventajados del Pacto de Estabilidad que intentan disciplinar a Francia. El vigor de la partida es desigual. Holanda exige el acatamiento de las normas, mientras Austria pide a París al menos una señal 'creíble' de compromiso. El Gobierno español, reserva entusiasta del equilibrio fiscal, se limitó a enviar al secretario de Estado de Economía para apoyar el combate de Solbes. El titular, Rodrigo Rato, prefería la cita de la Organización Mundial del Comercio en Cancún.A orillas del lago Maggiore, en el norte de Italia, los ánimos del ministro holandés, Gerrit Zalm, eran los menos contemporizadores y su disgusto con la rebeldía francesa le llevaba a amenazar con denunciar a la Comisión Europea ante el Tribunal de Luxemburgo si no aplica rigurosamente las normas.'No excluyo nada para defender los intereses del pueblo holandés', afirmó Zalm antes del inicio del consejo informal de Ministros de Economía. 'Renunciamos a la soberanía de nuestra moneda porque teníamos un tratado excelente, y si no se aplica, nos encontraremos con serias dificultades', apuntó.

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