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Euro

Suecia votará sobre el euro a pesar del asesinato de Lindh

Suecia recibió la noticia del fallecimiento de Lindh con una mezcla de incredulidad y rabia. Lindh fue apuñalada por un desconocido el miércoles por la tarde. En un principio no se temió por la vida de la ministra, pero su situación se complicó y falleció ayer de madrugada tras de 10 horas de intervención. El Gobierno acordó con el resto de fuerzas políticas mantener la consulta sobre la moneda única. 'El referéndum irá adelante, como había sido planeado', declaró en rueda de prensa el primer ministro, Goran Persson. 'Es importante no sucumbir a la violencia', añadió el dirigente.

Persson anunció también que reforzará la seguridad de todas las personalidades políticas. La comunidad internacional expresó su pesar por el fallecimiento de la ministra. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, destacó que se trata de una 'trágica pérdida'. El secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, resaltó la 'energía, integridad y compasión especial' que caracterizaban a Lindh.

El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, manifestó sentirse 'profundamente conmocionado'. El jefe del Ejecutivo español, José María Aznar, señaló que 'con la muerte de Anna Lindh Europa ha perdido a una de las mayores partidarias del ideal europeísta'.

El Gobierno de Persson aún confía en lograr una victoria en la votación del domingo

La comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallstrom, compatriota y amiga personal de Lindh, compareció ayer ante los medios de comunicación para animar públicamente a toda la ciudadanía de su país a participar masivamente en el plebiscito del domingo.

'Animo a todos a usar su voto, porque no podemos consentir que la violencia interrumpa los procedimientos democráticos', señaló la comisaria. Wallstrom consideró el asesinato como 'un ataque a la democracia', no sólo en Suecia, sino también 'en el resto de Europa'.

Gana el 'no'

Lindh lideraba con Persson la campaña a favor del euro. De hecho, ayer aún se podían contemplar numerosos carteles y vallas publicitarias con el rostro de la popular ministra pidiendo el 'sí'. Pese a su esfuerzo, no había logrado que los suecos se inclinaran a favor del euro. Una encuesta publicada ayer por Danske Bank, pero realizada antes del suceso, indicó que el 43,2% de los suecos están en contra de abandonar la corona, frente al 30% que apoya a la moneda única. Cinco encuestas publicadas el mismo miércoles indicaban que la ventaja del 'no' se había ampliado a 13 puntos, frente a la horquilla de 5 a 10 puntos de hace sólo una semana.

El triste suceso puede dar a Persson el empujón necesario. 'En los momentos inmediatamente posteriores a un trauma nacional la gente tiende a cerrar filas en torno al Gobierno', explicó ayer a Reuters Ulf Bjered, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Gotemburgo.

'Era muy querida, y eso se notará en las encuestas', añadió Peter Kaplan, economista de ABN Amro. Michael Klawitter, de WestLB, manifestó ayer a la agencia británica que las posibilidades de una sorprendente victoria del 'sí' habían subido 'del 20% al 40%'. Los estudios de opinión han dado la victoria al 'no' desde abril. El Gobierno aún espera una victoria. 'Por supuesto que estoy preocupado', admitió ayer Persson. 'Pero los colegios electorales cierran a las ocho de la tarde y será entonces cuando tengamos el resultado final. Tengo el presentimiento de que el resultado aún puede sernos favorable', completó.

La policía rechaza que el asesinato esté vinculado con la campaña del euro. Nada se sabe del agresor, salvo que era de aspecto sueco y que vestía una chaqueta militar. Lindh, de 46 años, deja un marido y dos hijos. Era considerada como la sucesora de Persson. Entró en el Gobierno en 1994 como ministra de Medio Ambiente, cargo que ejerció hasta 1998, cuando fue designada para ocupar la cartera de Exteriores.

Los ciudadanos temen recortes en las prestaciones sociales y subida de precios

¿Por qué se muestran los suecos poco propicios a la adopción del euro, como muestran las encuestas?Al margen de razones obvias como la pérdida de soberanía (se cede al BCE la capacidad de variar los tipos de interés), la población en general es reacia a compartir una moneda con un área en el que las prestaciones sociales van recortándose poco a poco.Los partidarios del 'no' (asociaciones de consumidores, algunos sindicatos y militantes de base de izquierdas, fundamentalmente) creen que el modelo sueco de socialdemocracia aún tiene margen de juego ante los aires neoliberales que imperan en gran parte del continente.Además, a ello se suma la etapa de atonía económica que vive la vieja Europa con países como Alemania, Italia y Francia al borde de la recesión. Por último, la experiencia ha demostrado que la llegada de la moneda única ha supuesto en los 12 países adscritos a la divisa un incremento generalizado de los precios, un plus de inflación en un país con el IPC controlado.Muchos ciudadanos entienden que el euro no es un buen espejo al que mirarse, a pesar de que el 'no' signifique un retraso de 10 años hasta la convocatoria de otro referéndum, y que vecinos como Finlandia lo hayan abrazado sin problemas.Los partidarios del 'ja' (sí en sueco) -los cuatro principales partidos políticos, el primer ministro Goran Persson, la patronal y las grandes empresas- tienen una visión diferente. Abogan por la estabilidad monetaria, en un mundo globalizado y en el que no desean una Suecia aislada. Para las multinacionales el euro supondría abrir nuevas oportunidades de negocio, sobre todo en los cercanos Países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), que se incorporarán a la UE en 2004, y que prevén incorporarse también el euro. Las compañías quieren que el Estado sueco esté cerca de los centros de decisión política y económica, en una UE ampliada.La patronal estima que el euro impulsará el crecimiento y la creación de 100.000 puestos de trabajo.Por otra parte, la adopción de la divisa supondría una rebaja de cerca de un punto en los tipos de interés, un aspecto muy atractivo para dinamizar los procesos inversores. Así lo cree Carl Henric Svanberg, ejecutivo jefe de Ericsson, quien estima que 'un 'no' al euro limitaría la inversión extranjera en el país'.

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