El Nasdaq ha muerto, viva el Nasdaq
Desde marzo de 2000, que es cuando estalló la burbuja de los valores tecnológicos, los analistas, operadores, inversores, medios de comunicación y participantes en el mercado en general nos hemos empeñado en cavar la fosa del Nasdaq, primero, y en enterrarlo, después. No ha sido una vez. Han sido varios los intentos y los entierros, como para que jamás resucitara.
El mercado tecnológico Nasdaq acumula en el año una revalorización del 30% y lidera las ganancias bursátiles. Es referencia obligada para los inversores en el mundo y símbolo del crecimiento económico. El Nasdaq resucitó hace unos meses y hubo intentos denodados por volver a meterlo en la tumba.
La resurrección se ha visto acompañada en las últimas semanas por un coro de recomendaciones de los principales bancos de inversión para las empresas emblemáticas, las de primer orden, de este mercado como si se buscara atajar cualquier crítica en contra. Lo curioso es que los analistas que recomiendan la compra a ciegas de este tipo de compañías no mencionan los multiplicadores estratosféricos de las mismas. Hay quienes consideran, así, que el resurgir del Nasdaq tiene las connotaciones de hace tres años, principalmente en lo que respecta a la formación de una gran burbuja.
Sentimientos enfrentados aparte, la realidad es que el dinero vuelve a apostar más por este tipo de compañías que por las clásicas, las de la vieja economía, que son las que mejor han aguantado el huracán bajista en los últimos años.
Si la tendencia se mantiene en el tiempo, las Bolsas habrán vuelto al esquema de finales de los noventa, con la atención centrada en compañías de crecimiento, sin importarles el PER, y a despreciar los buenos fundamentales de las empresas de siempre. Los observadores siguen atentos al fenómeno porque puede ser indicativo de un cambio de tendencia en el camino de los últimos meses.