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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Déficit de crecimiento

La recuperación económica internacional, aplazada de un año al siguiente desde el ecuador de 2000, parece vislumbrarse. Ese es el consenso de diversas instituciones, que comparte el cónclave de banqueros centrales reunido ayer en Basilea, incluso reconociendo, por vez primera, la aportación motriz de China, junto con la ya tradicional de EE UU. Pero las autoridades monetarias reconocen que no hay solidez en la actividad y que la endeble confianza de empresas y consumidores, allí donde se muestra, puede quebrarse por el alarmante crecimiento del gasto público.

La Administración Bush ha pedido autorización legislativa para gastar 87.000 millones de dólares más en Irak, lo que sitúa el gasto militar en cifras desconocidas desde la guerra de Corea y el déficit en valores fuera de toda ortodoxia financiera. Francia, con el simple devenir cíclico, registra crecimientos del 30% en su desajuste fiscal, sin haber ejecutado decisiones de gasto. Y Alemania, como Francia, se aferra -ahora con el desconcertante consentimiento de Prodi- a dar más crédito al crecimiento que a la estabilidad en el pacto de la UE.

Amén del destino del sobregasto americano, y del juicio que merezca, Bush ha caído en la trampa que Alan Greenspan quería evitar: el fomento del crecimiento con dinero público, con déficit. Porque, al final, se puede tornar en déficit de crecimiento y provocar una larga época de tipos de interés altos, que anestesie las decisiones de inversión y ponga en dificultad proyectos iniciados a la sombra de los bajos tipos actuales.

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