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Lealtad, 1

Quién tiene la llave de la caja fuerte

Se supone que en las cajas fuertes se ponen a buen recaudo las joyas, obras de arte y, también, los fajos de billetes. Se entiende que en las cajas fuertes se atesoran las riquezas y que quién tiene en su poder la llave que abre y cierra la puerta se convierte en el centro de atención. Es, precisamente, lo que sucede ahora en las Bolsas.

Finalizada, por suerte, la canícula y terminado, como concepto más amplio, el periodo de vacaciones estivales, la mayor parte de gestores, inversores, analistas y participantes en el mercado se encuentran ya en sus puestos de trabajo. Cuesta aclimatarse, pero no hay alternativa. Además, el tiempo corre y los índices bursátiles alargan sus brazos con nuevos máximos.

¿Quién pone el dinero? ¿Quién o quiénes cursan las órdenes? ¿Quién mueve los hilos? ¿Quién tiene, en fin, la llave de la caja fuerte? ¿Quién o quienes desempolvan los fajos de billetes que empujan las cotizaciones al alza? Los agentes de las sociedades de valores y Bolsa se cruzan estas preguntas en lo que va de semana, porque saben que en sus sociedades las órdenes que se cursan están bajo mínimos, lo que resulta paradójico con los índices en máximos del ejercicio. Unos y otros tratan de identificar al cliente prodigioso que gasta euros a mansalva. Unos y otros llegan a desconfiar de las respuestas, como en un juego de póquer. Si todos niegan la mayor, ¿dónde está el dinero que llega al mercado?

Septiembre, al menos en sus primeros pasos, no ha traído novedades a las Bolsas, salvo la mejora de las expectativas y un nuevo paso adelante en las valoraciones bursátiles. De puertas adentro, todo sigue como estaba. Las posiciones son puramente técnicas y globalizadas. Los futuros de Wall Street extienden su radio de acción y es el subyacente, la Bolsa de siempre, la que se mueve al compás de éstos. Lo normal es que el proceso sea el inversor, pero los tiempos cambian y no conviene llevar la contraria.

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