La estrategia bursátil descansa en indicadores adelantados y confianza
La micro tiene poco que decir una vez cerrada la presentación de resultados empresariales correspondientes al segundo trimestre. El balance del S&P 500 muestra un crecimiento del 13,5% del beneficio por acción y una subida del 5,5% del beneficio neto atribuible. Dada la base de comparación, los resultados son muy flojos, por mucho que se desgañiten los vendedores de fantasías. Y lo que es peor, no son suficientes en ninguno de los mercados de referencia para sostener valoraciones tan altas como las alcanzadas desde la víspera de la Virgen de agosto, que es cuando comenzaron las Bolsas a aparecer en los medios de comunicación por aquello de haber conseguido máximos anuales consecutivos.
Mientras las noticias micro descansan, salvo que se produzcan en las próximas semanas movimientos empresariales de largo alcance, los asuntos macro tratan de alargar su radio de influencia con perspectivas más favorables.
Esta proyección tampoco tiene el seguimiento esperado al instante, porque los datos oficiales que se publican son con frecuencia contradictorios. Aun así, se observa una mejora en las cifras estadounidenses y debilidad en las principales economías de la zona euro.
Las Bolsas, no obstante, aguantan las presiones bajistas, bien por el lado de unos resultados empresariales que no invitan a echar las campanas al vuelo, bien por el de unos fundamentos económicos que siguen con caracteres impenetrables y, de cualquier modo, vulnerables ante el más ligero cambio de viento.
Aguantan, incluso presionan al alza los mercados, porque la estrategia de gestores y bolsistas consiste en jugar la baza de las expectativas y de los indicadores adelantados. O si se prefiere, en seguir con la llama de la confianza encendida. Desde el final de la guerra de Irak los índices de confianza han mejorado, aunque el día a día va muy detrás de éstos, como si se resistiera a avalar tales sentimientos. No obstante, el juego con derivados permite que el coloso con pies de barro se mantenga en pie, al menos por ahora.
Dentro de ese embudo de confianza en el futuro los bancos de inversión se han apresurado para mejorar sus recomendaciones sobre la mayor parte de los valores cotizados en Wall Street al apostar por enésima vez por unos resultados trimestrales, los próximos, más vigorosos. Alguna vez acertarán.
Hay analistas que no tienen pudor ni sentido del ridículo y aventuran subidas medias del beneficio por acción para el tercer trimestre del año del orden del 20% en el S&P 500.
Divorcio entre mercado y realidad
Matthew Lynn es columnista de Bloomberg News. Hace unos días contaba que 'dependiendo de qué titulares lea uno, Europa tiene dos economías distintas en estos momentos. Si uno lee los informes de los mercados, estaría justificado considerar que los negocios en Europa están en muy buena forma. El índice de referencia alemán, DAX, sube más del 22% en lo que va de año y cerca del 60% desde sus mínimos de marzo. El Ibex suma un 19%, un 20% el OMX de Suecia y un 12% el SMI de Suiza'.'¿Un panorama rosado?', se pregunta el columnista. 'No precisamente. Francia y Alemania, como economías emblemáticas, han entrado en recesión. Suena como que todo anda muy mal. Así las cosas, o la economía está en una grave situación, que es lo que indican las estadísticas, o anda de maravillas, que es lo que dicen los operadores del mercado. No hay nada especialmente nuevo acerca de que la economía y el mercado vayan en direcciones opuestas. Como un viejo y discutidor matrimonio, los mercados y la economía real parecen estar a punto de pelearse'.