Los anclajes están bien afianzados
Asemejan barcazas que sólo se mueven con la impetuosidad de las olas. El desplazamiento es, empero, pura apariencia, porque los anclajes están bien afianzados. Son vaivenes arriba y abajo para seguir en tierra de nadie. Salvo tornados y tormentas violentas, lo normal es que la maroma aguante mucho tiempo en la actual situación y que la corrosión aún no la deteriore, ya están los cuidadores al tanto.
æpermil;sta es la imagen que ofrecen las Bolsas desde mediados de junio. Durante la semana la percepción de que han atracado en algún puerto, no se sabe dónde, es mayor, porque los volúmenes de negocio han descendido con rapidez. Ello ha servido para dejar en el aire las proyecciones de fuertes subidas tras los máximos de la semana pasada.
La tendencia de los mercados no ha cambiado, por tanto, en los últimos meses, porque quizá no existe. Se observan fuertes resistencias psicológicas y de mercado para perder posiciones en niveles de 7.000 puntos de Ibex y enormes dificultades para romper picas al alza desde los 7.200 puntos. Puede destacarse en esta situación de congestión, como si de una gripe veraniega se tratara, la mejora de las referencias técnicas. Por ejemplo, que por ahora el 7.000 es un soporte que muchos dan por válido aunque ya se sabe que cuando pintan bastos ni soportes ni resistencias tienen la fuerza que la mayoría les da.
Esta situación se mantiene en el tiempo por la matemática del arbitraje impuesto por los fondos de alto riesgo y sus posiciones de apalancamiento espectacular en derivados. O lo que es lo mismo, los futuros tiran del subyacente, del mercado cierto, y no a la inversa. Hasta que el proceso no se invierta es difícil idear y consolidar una tendencia definida.
Agosto, por lo demás, se va con más pena que gloria, porque los resultados son cortos pese a la espectacularidad mediática de los máximos anuales que se han conseguido. Y el lunes, puente en Wall Street.