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Lealtad, 1

Paracaídas, mangueras y aspiradoras

Las estampas de siempre a veces suelen explicar mejor lo que sucede dentro de la Bolsa que los números que la soportan y validan. Aquéllas iluminan las mentes; éstos son fríos y muy oscuros.

Hay desde la semana anterior al comienzo de la guerra en Irak muchos dibujos de trazo sencillo, pero de profundidad envidiable. Uno es el del paracaídas mágico que siempre funciona cuando los índices se asoman a un barranco. Si en algún momento la caída se ha iniciado, alguien reacciona al instante para poner ese paracaídas salvador que evita el desastre.

En términos puramente monetarios hay otra estampa muy refrescante en estas fechas. En Wall Street la Reserva Federal saca todos los días su especial manguera para regar de liquidez los mercados. Primero se dijo que para facilitar el crecimiento; luego, para evitar la deflación. Nadie sabe, no obstante, cuáles son los criterios fijados por la Reserva Federal en términos de crecimiento y de inflación. Es decir, cuándo dejará de regar. Lo único cierto es que la liquidez abundante ha ido a las Bolsas y que la fuerza relativa de éstas se apoya en esos manguerazos que vienen y van todos los días.

Otro dibujo de última hora es el de la aspiradora que levanta las alfombras donde se esconden las noticias negativas. La aspiradora succiona todo lo que se oculta y aquí paz y allí gloria, que de lo que se trata es de que las cosas de la Bolsa sigan funcionando.

Viene a colación tanta ilustración por la extrañeza que muestran muchos participantes en el mercado respecto a los movimientos desconcertantes de las últimas semanas. Lo que sucede no es nuevo. Desde marzo se han dado situaciones muy parecidas a las actuales. Se trata de aguantar la presión como sea y de que los índices no se desmoronen, porque éstos son los que soportan, precisamente, esa mejora de las expectativas económicas de las que tanto se habla en estos días.

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