Externalización en las Administraciones
La externalización de actividades y servicios en el sector público ha alcanzado en todo el mundo en años recientes niveles de crecimiento por encima de los observados en otras industrias. En este contexto, se espera que hacia 2004 la externalización por parte de los organismos de las Administraciones públicas en Europa registre un crecimiento superior al 17%.
Si bien es evidente que los procesos de externalización representan ventajas para las Administraciones, es necesario hacer una reflexión sobre cuáles son sus límites. ¿Por qué tiene sentido externalizar servicios desde el punto de vista de las Administraciones?, ¿qué lecciones se han aprendido sobre la base de la experiencia en el sector privado?, ¿qué factores deben ser tomados en cuenta en el momento de tomar la decisión sobre externalización?
Parece evidente que contratar y delegar a un proveedor especializado uno o más procesos no críticos para la actividad principal permite obtener una mayor efectividad a la empresa, al tiempo que facilita que ésta pueda dedicarse mayoritariamente a la razón de su negocio.
Los argumentos de estas empresas que justifican la contratación de servicios externos son: mejorar el nivel de servicio a clientes, aumentar la posibilidad de acceder a nuevas fuentes de capital y reducir los costes de operaciones.
Dichos argumentos, unidos a una mayor presión fiscal, a la búsqueda permanente de la competitividad y a la exigencia creciente de los ciudadanos, obliga a los responsables de las Administraciones públicas a identificar nuevas áreas de mejora.
Sin embargo, a pesar de la tendencia creciente observada en los contratos de externalización privados y públicos, hay que reconocer que las iniciativas desarrolladas en esta materia no se traducen siempre en los beneficios esperados. De hecho, las estadísticas muestran que, durante los dos primeros años de contrato, entre el 20% y el 25% de los proyectos de externalización fracasan; al quinto año de operaciones, sólo el 50% de los proyectos exitosos continúan siéndolo.
Esto se debe fundamentalmente a la problemática que engloba en tres un proceso de estas características: planificación (falta de análisis económicos del impacto esperado); ejecución (bajo nivel de adecuación de la estructura organizativa) y gestión (definición imprecisa de medios de éxito/fracaso).
Por su parte, las Administraciones públicas plantean retos adicionales a la provisión de servicios de externalización, como la presión de sindicatos y trabajadores, la resistencia interna al cambio, el temor a la pérdida de control o la preocupación sobre asuntos de confidencialidad o seguridad, entre otras.
Pese a todo ello, la externalización se ha mostrado como una herramienta de creación de valor eficaz, en la medida en que sean considerados aspectos esenciales como: el análisis económico de la operación; las capacidades técnicas y de ejecución del proveedor; el valor estratégico del servicio externalizado; la adecuación requerida en términos de la estrecha organización y el plan de implantación, incluyendo escenarios alternativos.
Todos estos aspectos contribuirán a desarrollar con éxito el proceso de externalización de servicios en las Administraciones.
La experiencia ha demostrado que, a través de la externalización, el sector público ha logrado incrementar su flexibilidad ante las innovaciones tecnológicas, logrando mejorar al mismo tiempo la calidad de servicios, reduciendo el coste de los mismos.
No obstante, la experiencia ha mostrado que la externalización sólo será una alternativa viable para aquellos líderes que posean una visión clara de creación de valor para los ciudadanos. En este sentido, será necesario que la acometida de cualquier proyecto de externalización sea realizada con estrictos criterios de rentabilidad económica y social a fin de garantizar el éxito de los mismos.