La Bolsa española alcanza el máximo de los últimos 13 meses
Una labor de la que siempre se han encargado, con menos estridencias que la Bolsa, pero que ahora ha cobrado importancia precisamente porque la Bolsa, aunque esté en máximos, da pocas señales de actividad.
Los niveles marcados ayer por numerosos índices internacionales son los más altos en más de un año, pero los avances se han logrado sin pena ni gloria, con poco volumen y sin noticias que los justifiquen. No quiere decir que no sean niveles sostenibles. Simplemente, que los analistas que quieren escudriñar el futuro están a otra cosa: la renta fija.
Así, la decisión de la Reserva Federal de mantener tipos, garantizar que no los va a subir y afirmar, además, que la economía está en el buen camino ha dejado indiferente a una Bolsa que últimamente o no se entera de nada o le da todo igual.
En el mercado de bonos, por el contrario, los inversores han recogido fieles el mensaje de Greenspan. Los tipos en la parte corta de la curva (los plazos más cortos) han bajado mientras que han subido en la parte larga, sobre todo en el bono de referencia a 10 años. Este último fenómeno se ha producido también en Europa.
Esto significa que los mercados se creen el mensaje de Greenspan, a pesar de su aparente incoherencia. Asumen que las cosas están suficientemente mal como para que los tipos de referencia estén en mínimo de décadas pero compran gustosos la idea de que 2004 será un buen año para la economía.
No obstante, la teoría de la Reserva Federal explica que la brecha entre capacidad productiva y capacidad utilizada es tan amplia que la economía puede funcionar perfectamente con tipos de interés muy bajos sin que se generen tensiones inflacionistas. æpermil;stas no llegarán en el mercado laboral -aún se destruye empleo- y, por otro lado, las empresas tienen poco poder de fijación de precios, pues hay más oferta que demanda. Por eso Greenspan dice tranquilamente que hay tipos al 1% para rato.
Esta misma teoría sostiene la idea de la deflación como principal problema económico. Si hay más oferta que demanda hay peligro de que, en caso de que la economía se estanque y los actores económicos dejen de gastar, se produzca una bajada de precios que enfríe aún más la economía, restrinja más el gasto y suma a EE UU en una espiral deflacionista. Los tipos a largo indican que el mercado, que asume la primera parte del argumentario, no se asusta por este riesgo.
Los bonos estropean las valoraciones
La subida de los tipos de interés a largo plazo es una señal de expectativas de mejora económica y, como tal, es buena noticia. Pero sus efectos no son tan positivos sobre la economía y los mercados. Aparte de existir un riesgo de que los tipos largos moderen el impacto sobre la economía de los tipos de referencia, su subida también complica las valoraciones bursátiles. Con una subida de casi el 1,5% en dos meses, la Bolsa ya no está tan barata frente al bono como antes. El atractivo precio de la Bolsa calculado en relación con la renta fija de referencia era uno de los argumentos favoritos de los alcistas, pero ahora las valoraciones ya no son tan atractivas.En cualquier caso, por el momento no se espera un trasvase masivo de fondos desde la renta variables hasta la renta fija, pues los analistas consideran que todavía existe riesgo de que los tipos a largo suban más y, por lo tanto, de que los bonos caigan de precio. Los inversores, por el momento, prefieren no implicarse demasiado en el mercado de bonos. Pero tampoco parecen ansiosos por aumentar su exposición a Bolsa.