A tipos bajos, demanda alta
La economía española sigue siendo una isla fértil en un océano salado. Según datos del Banco de España, en el segundo trimestre del año no sólo ha mantenido el crecimiento, sino que incluso ha acelerado ligeramente el ritmo, hasta un avance interanual del 2,2%. Es un porcentaje desconocido en más de un año y se produce en un entorno de estancamiento en Europa y muchas dudas sobre la economía de EE UU. Pero curiosamente el vigor de la actividad en España, sin quitarle méritos a la política del Gobierno y a la moderación de los costes determinados a nivel nacional, es consecuencia de la parálisis económica en las economías europeas.
La expansión de la política monetaria europea, la holgura monetaria que dice el Banco de España, está en niveles mínimos para reanimar la economía alemana. Esos niveles de tipos de interés nominales históricamente bajos -y reales incluso negativos- son los que están azuzando la demanda interna en España, tanto en consumo como en inversión.
Y lo están haciendo a niveles que podrían acercarse a los umbrales del peligro si no fuese por el bajo compromiso de deuda que tenían las familias españolas y porque el temido repunte de tipos de interés, en condiciones normales, debe venir acompañado por una aceleración de la actividad en Europa que supondrá mayor garantía para el empleo. El riesgo verdadero está en el coste laboral, ahora olvidado por la buena marcha del negocio, pero que puede ser el auténtico limitador de la competitividad cuando resucite la demanda externa.