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La vida de las empresas / Coca-Cola

La fábrica en la que nace la 'chispa de la vida'

A lo largo de este verano un movimiento se repetirá millones de veces. El pequeño tirón de la anilla o la leve presión giratoria para abrir el tapón de una botella de Coca-Cola será sin duda un acto de lo más cotidiano. No en vano durante los tres meses de verano está previsto que se vendan en España más de 200 millones de envases de Coca-Cola.

Pero detrás de este pequeño movimiento hay una complejísima organización industrial y humana que requiere enormes cifras de inversión anuales -alrededor de 12 millones de euros- y del trabajo y esfuerzo de cientos de personas.

El origen de todo ello, al menos en lo que se refiere a la zona central de España -entendiendo ésta por la propia Comunidad de Madrid, parte de Castilla-La Mancha y parte de Castilla y León-, es una fábrica instalada en la localidad madrileña de Fuenlabrada. Muchos millones de tirones de una anilla de latas de Coca- Cola, y del resto de las marcas del grupo (Fanta, Sprite, Finley, Nordic Mist, Minute Maid, etcétera) dependen de lo que esta fábrica sea capaz de hacer en los meses de verano.

Paran los sábados de madrugada, pues descansan los fines de semana. La fábrica de Casbega en Fuenlabraba trabaja tres turnos de lunes a viernes

En total son 250.000 metros cuadrados de terreno. De su dimensión da idea el hecho de que los empleados de control de calidad, obligados a recorrer todas las líneas de producción para tomar muestras de producto, deben utilizar motos eléctricas para desplazarse por las instalaciones.

La planta nació en 1980, pero la decisión estratégica de Casbega, sociedad de capital español en su totalidad y concesionaria del grupo Coca-Cola para la zona centro, obligó a que a ella se trasladaran las líneas de producción que la compañía tenía hasta hace poco en Valladolid y en el barrio madrileño de Barajas.

En los últimos 14 años la fábrica se ha multiplicado por cuatro para atender la demanda de más de 60.000 clientes (tiendas y bares) de su área de influencia exclusiva, el 80% de los cuales se concentra en un radio de 50 kilómetros.

Su ritmo de producción anual le permite alcanzar los 600 millones de litros de los 30 sabores distintos que puede llegar a realizar, pero atesora una capacidad real de fabricación de 754 millones de litros. Sólo a afectos comparativos, la segunda fábrica de Coca-Cola más grande en España no llega a los 400 millones de litros.

A la vista de la enormidad de las instalaciones y de la tecnología instalada en su interior, sorprende el hecho de que la madrugada de los sábados alguien apriete el botón de parar. Fuenlabrada descansa los fines de semana, toda la producción se realiza en los cinco días laborables de la semana en tres turnos al día. Las sopladoras de envases, las enjuagadoras y lavadoras de botellas de vidrio, las llenadoras y los trenes de latas arrancan el lunes a las siete de la mañana.

En ese momento, cuando se aprieta el botón rojo de encendido, se pone en marcha una precisa maquinaria que permite que tres trenes de llenado de latas escupan 90.000 botes por hora cada uno (1.500 al minuto). Es tal la rapidez con la que se llenan y, sobre todo, es tal la velocidad a la que se cierran y se sella su contenido, que es muy difícil verlas pasar.

Al mismo tiempo, en una línea paralela se llenan a un ritmo de 48.000 unidades la hora, botellas de plástico de dos litros y 40.000 a la hora de medio litro. El proceso se completa con dos trenes de llenado de botellines de vidrio que alcanzan una producción de 100.000 botellas la hora.

Estas velocidades son posibles debido a que la empresa es un fórmula 1 de la fabricación de bebidas, no sólo por sus elevados ratios, sino porque en ella se experimentan y se prueban todos los avances tecnológicos que la investigación de ingeniería industrial desarrolla año a año.

Precisión relojera

Pero la estrella del verano, debido a que el consumo se realiza básicamente fuera de los hogares, es la lata. Su demanda aumenta exponencialmente en los meses estivales, por lo que su elevado ratio de fabricación tiene mucho de precisión relojera suiza.

En un proceso automatizado de principio a fin, una lata debe tardar desde que entra en la fábrica hasta que sale, montada ya en un palé con destino a uno de los camiones de reparto, no más de 20 minutos.

Pero si la capacidad real de fabricación es sorprendente, no lo es menos el proceso paralelo en forma de captación de agua, tratamiento y reciclado que es necesario activar para producir el refresco más famoso del mundo.

Fuenlabrada trata a la hora 240 metros cúbicos de agua que toma de la red del Canal de Isabel II. Este volumen es suficiente para abastecer a una población de más de 200.000 habitantes.

La madrileña fábrica de Fuenlabrada necesita este enorme caudal debido a que para producir un litro de Coca-Cola es necesario utilizar dos litros de agua. No sólo se trata de diluir el concentrado original, sino también de atender todas las exigencias de higiene y el extremo lavado de envases retornables. El excedente, una vez ya depurado, se revierte a los colectores municipales y se dedica al riego de parques y jardines.

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El lunes, Induyco: Medio siglo vistiendo a España

José María Sánchez López: 'Son hierros que no pueden fallar en verano'

La planta de Fuenlabrada la dirige José María Sánchez López, que como los estudiantes en selectividad, sabe que 'el montón de hierros', como él llama a lo que hoy por hoy es la mayor fábrica de Coca-Cola de Europa, 'no puede fallar este verano'.Se lo juega todo a una carta. æpermil;l y su equipo de más de 400 trabajadores llevan preparándose todo el año para el enorme pico de consumo que se produce recurrentemente en los tres meses de verano. De hecho desde mediados de mayo hasta mediados de septiembre y más adelante en diciembre, Fuenlabrada fabrica el 50% de su total anual. Son los dos picos de consumo y por tanto de fabricación, dado que la planta funciona sin apenas stock, que obligan a que gran parte de su jornada laboral en estos meses le tenga pendiente de que cada tornillo funcione como tiene que funcionar y de coordinar todo su equipo.Pero mucho más importante que 'el montón de hierros' se comporte como la demanda del mercado le exige hacerlo, Sánchez López entiende que para lograr las velocidades a las que opera es necesario e imprescindible que toda la 'plantilla esté imbuida de que el cambio en esta planta y la adaptación a las últimas novedades tecnológicas ha de ser permanente'. Asegura que la combinación del compromiso de calidad de los trabajadores y la elevada tecnificación 'permite que el año pasado solamente tuviéramos que retirar, por errores en algún proceso, un 0,20% del producto terminado que elaboramos, cuando en 1990 este ratio era del 2%'.Su trabajo se reparte casi a partes iguales entre la organización industrial de la planta y atender a las muchas visitas de otros empresarios envasadores deseosos de ver in situ cómo funciona la tecnología punta de acuerdo con el 'estándar Coca-Cola'.

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