Sí ahorran, pero no lo saben
No creo que se pueda sostener la opinión vulgar de que las familias españolas no ahorran porque apenas pueden llegar a fin de mes. Más bien creo que se da el caso contrario.
Es decir, las familias españolas no pueden llegar a fin de mes porque ahorran. De la misma manera, tampoco hay que confundir el hecho de que las familias disminuyen su ahorro financiero (títulos y depósitos) con el hecho de que aumentan su ahorro total ya que, simplemente, adquieren en mayor proporción otros activos (viviendas) preferentemente.
La prueba de que las familias ahorran es que cada vez son más ricas (hablo de riqueza, no de renta) tanto en términos brutos como netos, una vez descontadas las deudas que les afligen.
Una familia que paga una cuota mensual hipotecaria está ahorrando, aunque no lo sepa, buena parte de dicha cuota: aquella destinada a la amortización de su deuda hipotecaria y que aumenta en la misma medida el valor neto de su propiedad. Las familias españolas están más endeudadas porque son más ricas.
Soy un economista con ciertas luces, las justas, pero cada día me sorprendo al comprobar que las verdades de Perogrullo que acabo de enunciar sorprenden, a su vez, a muchos 'fanales' de las finanzas cuando se las expongo.
Algunos acaban admitiendo que tengo razón, pero insisten en que las familias no ahorran lo suficiente en títulos. Es verdad, por lo visto los ladrillos son mucho más rentables.
Es difícil comprender la desmedida pasión de los ciudadanos españoles por los ladrillos y los terrones en los cuales congelan el grueso de su capacidad económica de ciclo vital para, en las más de las veces, acabar por no utilizarlo en su propio bienestar.
Lo malo de todo esto es que la indudable capacidad de ahorro que tienen los españoles se solidifica en un activo rígido con elevados costes de transacción que al final de sus días deberán legar al primer sobrino que aparezca.
Menos mal que las empresas españolas distribuyen pocos dividendos. De no ser así, habría más pisos y subirían los precios de las fincas.
Tenemos en España muchos activos inmobiliarios de escasa rotación, mientras las buenas ideas para crear empresas se evaporan a la espera de capital riesgo. Darían ganas de promover una desamortización si no supiéramos cómo han acabado las pasadas.
Tampoco es que haya muchas buenas ideas, pues de haberlas, no estaríamos donde estamos. Antes se gritaba ¡que inventen ellos! Ahora, además, parece que gritamos: ¡que ahorren ellos! Natural, ¿qué necesidad tenemos del ahorro financiero si no tenemos ideas?