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Rusia

La Bolsa se hunde por las luchas entre empresarios y Gobierno

No fue una visita inesperada. Cuando la Policía rusa irrumpió el pasado viernes en las oficinas del gigante petrolero Yukos, hacía más de una semana que el principal accionista de la compañía, Platon Lébedev, había sido arrestado. El nerviosismo también ya dejaba ver en la Bolsa y el mercado moscovita sufría su cuarto día de pérdidas consecutivas.

El miércoles 16 de julio se repitió la escena. Policías armados y con pasamontañas arrasaron las oficinas de Yukos -cuyo presidente es Mijaíl Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia- en busca de pruebas que pudieran implicar a Lébedev en un delito de evasión fiscal y en el robo de propiedades estatales. Los inversores huyeron despavoridos y la Bolsa retrocedió el 5,19%. Ayer cedió el 4,69%, la mayor caída en dos sesiones desde la crisis de 1998.

En dos semanas la Bolsa de Moscú ha caído un 17%. Los inversores temen que el periodo de estabilidad política que había instalado Putin haya llegado a su fin. La presión del Gobierno sobre los oligarcas puede espantar al capital internacional y cortar el flujo de inversiones hacia las petroleras, verdadero sustento de la bonanza que registra la Bolsa desde 1999, periodo en el que el índice moscovita (en dólares) se ha multiplicado por tres.

Desde el pasado 2 de julio, fecha en la que fue arrestado Lébedev, Yukos y Sibneft, han perdido un 27% y un 25%, respectivamente. Ambas compañías se encuentran en un proceso de fusión que crearía la sexta petrolera más grande del mundo.

El Gobierno ruso justifica las investigaciones alegando que sólo busca pruebas de evasión fiscal. Pero los empresarios y los oligarcas rusos sospechan que el fin del Kremlin es hurgar en los procesos de privatizaciones para desprestigiar a los hombres de negocios con ambiciones políticas en vísperas de las elecciones al Parlamento, que tendrán lugar en diciembre. Mientras tanto, el terremoto político ha terminado por afectar a gran parte del mercado. Compañías como Lukoil, Gazprom o Surgutneftegaz han caído en estas dos semanas entre el 13% y el 16%.

Svetlana Le Gall-Voronova, analista de Clariden Bank, considera que la caída de la Bolsa rusa responde al típico comportamiento de mercado emergente en momentos de incertidumbre. Le Gall cree que es muy difícil que el Kremlin revise los procesos de privatización, una situación que provocaría la huida tanto de los empresarios más grandes del país como del dinero que les acompaña. La visión de esta analista fue ayer corroborada por el primer ministro ruso, Mijaíl Kasiánov, quien declaró que los resultados de la privatización en el país son 'inamovibles'.

Gallina de los huevos de oro

'No pueden matar a la gallina de los huevos de oro, ya que estas empresas generan gran parte del PIB. Es una maniobra política destinada a intimidar a los oligarcas y a los partidos que estos apoyan. No creo que el Gobierno vaya más lejos', señala Le Gall.

Los analistas de Citibank, por su lado, elevaron el peso específico de Rusia a sobreponderar desde neutral. Consideran que la corrección supone una oportunidad de compra. 'El crecimiento es sólido, los precios del petróleo se mantienen en niveles beneficiosos para el sector y las ganancias empresariales siguen mejorando', apuntan.

Le Gall también cree que el recorte ha sido aprovechado por algunos para llevarse al bolsillo las ganancias acumuladas durante meses y considera que el dinero volverá a entrar tarde o temprano. 'Yukos cotiza de nuevo a unos precios que muchos no habían ni soñado', destaca.

No opinan lo mismo algunos expertos consultados por Bloomberg. Así, un gestor de fondos de la firma estadounidense Firebird, que maneja 300 millones de dólares en activos rusos, reconocía que los inversores institucionales que planeaban entrar en este mercado retrasarán su decisión hasta que terminen las tensiones políticas, es decir, hasta pasadas la elecciones.

Entre enero y marzo, Rusia consiguió las primeras entradas netas de capitales desde la caída del comunismo y varias compañías han iniciado este año contactos con petroleras de EE UU y Europa para aumentar las inversiones en el país.

Jaque a la élite empresarial

El Gobierno ruso sabía que investigar a Platon Lébedev provocaría un efecto carambola en el que se verían implicados los principales oligarcas. Lébedev controla el grupo Menatap, que posee el 61% de Yukos, petrolera presidida por Mijaíl Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia y que no oculta su apoyo a los partidos opositores a Putin. Jodorkovski, que también ha sido interrogado por el caso Lébedev, está a punto de fusionar la compañía que preside, Yukos, con Sibneft, perteneciente al magnate y gobernador regional Roman Abrámovich, quien acaba de comprar el equipo de fútbol londinense Chelsea. La fiscalía ha exigido una nueva auditoría a Sibneft y ha reabierto las investigaciones sobre Oleg Deripaska, el séptimo hombre más rico de Rusia y propietario de una firma financiera.Todos estos personajes, con más o menos protagonismo, compraron participaciones de los antiguos monopolios estatales en la oleada de privatizaciones de principios de los noventa. Desde entonces, tal y como señala, la analista de Clariden Svetlana Le Gall, Putin y los oligarcas han funcionado bajo un pacto no escrito en el que el Gobierno no hurgaba en los procesos de privatizaciones y los empresarios se mantenían fuera de la política.

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