El azulejo de Comillas
El vicerrector financiero de la Universidad Pontificia Comillas, Cecilio Moral, es aficionado a la pintura y por ello ha reproducido, con la ayuda de los pinceles, una de las joyas que decora desde 1902 los edificios de este campus
Hombre de trato afable y campechano, reparte su jornada entre dos despachos: en uno atiende los asuntos económicos de la Universidad Pontificia Comillas y desde el otro dirige el Instituto de Posgrado y Formación Continua en este campus. Ambos están situados en dos edificios del madrileño barrio de Argüelles. Pocos detalles personales ha incorporado Cecilio Moral, madrileño de 51 años, a su espacio de trabajo, 'normalmente en este tipo de instituciones te lo suelen dar todo hecho y no tienes que preocuparte de nada', explica. De las paredes ha colgado varias acuarelas de Eugenio López Berrón, un Cristo que compró en el Rastro y un cuadro muy especial pintado por él mismo. Se trata de una obra que reproduce un azulejo, similar a los que decoran desde 1902 los zócalos de esta universidad. 'La pieza más preciada de este centro no son los títulos universitarios, son los azulejos', dice en tono de broma. Así que tomó los pinceles y calcó la joya.
A este ejecutivo, que trabaja una media de 12 horas al día, le relaja la pintura. 'Es una de mis grandes aficiones, que cuando tengo tiempo, cosa que no siempre es fácil porque en la universidad siempre hay asuntos que atender, me gusta practicar, al igual que navegar a vela y pasear', señala Moral. Para dirigir una universidad hay que tener, en su opinión, experiencia empresarial. 'Es importante haber pasado por varias compañías, ya que, cada vez más, los temas de gestión y los financieros tienen más peso dentro de las universidades. La parte académica es lo que sería la gama de productos de una empresa', explica este directivo, que anteriormente ha compaginado su trabajo como profesor de Política Económica de la Facultad de Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid con distintos puestos ejecutivos en el Banco Atlántico, en Société Générale de Banque en Espagne y en la Asociación Española del Mercado de Valores.
En 2001, Cecilio Moral entró en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid como coordinador del doctorado en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Y recomienda a las compañías, él lo sabe bien porque trabaja en una universidad centenaria regida por la Compañía de Jesús, que trabajen para permanecer en el tiempo. 'Desgraciadamente, se piensa mucho en el corto plazo en los resultados inmediatos, y eso es contraproducente porque las empresas deben adaptarse a un sistema de permanencia y trabajar para el futuro'.
A pesar de ese espíritu, los puestos de responsabilidad en Pontificia Comillas, universidad que forma a 13.000 universitarios y a 1.300 alumnos de posgrado, tienen caducidad. 'Nadie puede eternizarse en un puesto de gestión, como mucho puedes estar nueve años. Eso está bien porque permite que nadie esté de por vida en un mismo puesto. Los cambios están bien porque ayudan a oxigenar la compañía', indica.
En cuanto al debate sobre si las universidades españolas se adaptan a la realidad empresarial, Cecilio Moral cree que el hecho de impartir cursos de posgrado, de formación continua, les acerca al mundo de la empresa. Sin embargo, considera que la educación reglada está lejos de la demanda de las compañías. 'Estamos encorsetados en los planes de estudio. La formación universitaria lo que pretende es dar unas pautas y esquemas en los que moverse. No se trata de que domine la enseñanza práctica y la teórica, ya que no hay tiempo para impartirlo todo, aunque las empresas demandan cada vez mayor formación a sus candidatos', asegura.
50 plumas, 200 corbatas
Cecilio Moral colecciona corbatas, tiene un repertorio de 200 modelos distintos, y plumas, de las que guarda medio centenar. Lo primero lo justifica como una innovación en el vestuario. 'Los hombres solemos ser bastante monótonos en el vestir, siempre vamos con traje de los mismos colores, y lo que marca la diferencia suele ser la corbata. Por eso me gusta tener tantas, para cambiar y poner una nota de color'.A pesar del caos que pueda parecer tener que trabajar en dos despachos distintos, como él hace, reconoce que no se le suele extraviar ni un papel. Y las puertas siempre están abiertas a padres, profesores y alumnos, e incluso periodistas, bromea.