_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La cotización del yuan

En las últimas semanas China se ha convertido en el principal objeto de atención por parte de los mercados financieros internacionales.

El secretario del Tesoro de EE UU, John Snow, se hizo eco de las fuertes críticas que ha suscitado la vinculación del yuan -la divisa china- al dólar y exigió a las autoridades chinas que dejaran flotar libremente su moneda y permitir que el mercado fijara independientemente el valor del yuan. También el presidente de la Reserva Federal de EE UU, Alan Greenspan, señaló el miércoles que el país asiático necesitará, probablemente, poner a flote el yuan.

China decidió ligar la cotización del yuan, también llamado renminbi, al dólar en 1994. Países como Japón han acusado al gigante asiático de estar exportando deflación con su divisa artificialmente infravalorada y esa política del cambio fijo ha obligado a los bancos centrales de los países de la zona a masivas y costosas intervenciones para frenar la apreciación de sus respectivas divisas ante la reciente depreciación del dólar.

El premio Nobel de Economía Robert Mundell no comparte estas críticas. A su juicio, si China decidiera dejar flotar libremente su moneda, la economía asiática afrontaría un grave riesgo de deflación, un aumento del desempleo, la posible ralentización de las exportaciones y el incremento de los créditos incobrables para los bancos. Ese argumento ha sido utilizado por las autoridades chinas para defender los beneficios que el actual yuan débil propicia a la economía.

Lo cierto es que la estrategia de estabilidad ha resultado clave a la hora de impulsar las exportaciones del país asiático. Desde su puesta en marcha, el superávit comercial ha alcanzado los 199.000 millones y la inversión extranjera directa se ha situado en 308.000 millones de dólares. Sólo el déficit comercial de EE UU con China ascendió a 103.000 millones de dólares en 2002. Las ventas en el exterior son un componente fundamental del desarrollo y de la creación de puestos de trabajo en un país que sufre un fuerte desempleo. Además, su economía debe crecer a un ritmo mínimo del 7% anual para poder absorber los millones de trabajadores despedidos como consecuencia de la reestructuración de las compañías estatales.

Con estas bases, no es de extrañar que China ignore todo tipo de críticas y presiones y decida seguir adelante con su política cambiaria. El nuevo gobernador del banco central aseguró en su primera declaración pública que el cambio fijo con el dólar seguiría en vigor cuando menos este año. Los analistas descartan una libre fluctuación de la divisa al menos en los dos próximos ejercicios.

Todo lo más, los expertos calculan que podría producirse una ligera ampliación de la banda de fluctuación, actualmente en el 0,3%, por encima y por debajo del tipo de cambio de 8,277 yuanes por dólar, y la eliminación de algunas restricciones a la compraventa de la divisa.

Para el euro, estas noticias ponen en evidencia las peligrosas repercusiones del actual ajuste de la divisa estadounidense. La apreciación de las monedas asiáticas frente al dólar, incluido el yen, apenas alcanza el 1% en lo que va de año, gracias a las millonarias sumas de dinero que las autoridades asiáticas han invertido en frenar la apreciación de la divisa estadounidense. Por el contrario, el euro acumula una apreciación media del 10% frente al dólar en el mismo periodo, aunque en las últimas jornadas esa recuperación ha caído hasta el 9%. Eso supone que el ajuste del dólar, de cuya necesidad todos los académicos venían alertando en los últimos años, ha recaído mayoritariamente sobre la divisa europea. En definitiva, que pese a lo pronunciado del ajuste del dólar, éste se ha producido sólo de forma parcial.

La asimetría en la corrección del dólar frente al euro y frente al resto de las divisas asiáticas no resulta saludable, porque la necesidad de ajuste del dólar persiste y significa que las presiones sobre el billete verde seguirán canalizadas a través de la moneda única europea.

Archivado En

_
_