Un campo épico y duro
Los mejores jugadores se enfrentan en el Open Británico, que este año visita un escenario temible
La esencia del golf revive de nuevo. El próximo jueves comienza en el Royal St. George's, en Sandwich (Inglaterra), la 132 edición del Open Británico, el torneo más antiguo del mundo nacido en Prestwick (Escocia) en 1860. Este campo tuvo el honor de albergar el primer British que se jugó fuera de Escocia, fue en el año 1894. Desde entonces este torneo, que como el US Open y el US PGA tiene carácter itinerante, ha visitado este escenario en otras 11 ocasiones, la última en 1993, cuando ganó el australiano Greg Norman.
Este campo inglés, de diseño antiguo, es un fiero enemigo para los mejores golfistas del mundo. Un paraje azotado por los fuertes vientos del canal de la Mancha, que asuelan un paraje sin árboles que desquicia a los jugadores, es el inhóspito marco escogido para contar la épica del golf. A nadie se le ocurriría jugar en el Royal St. George's sino fuera por la extraordinaria historia que esconden sus calles. Aquí no hay lagos ni surtidores ni patos que embellezcan el entorno. El viento helado, que cambia de dirección de un hoyo a otro, un alto rough que penaliza a los que pierden la calle y unas ondulaciones del terreno endemoniadas que no permiten celebrar ni un solo golpe, por bueno que parezca desde el tee, hasta que la bola se haya parado, son algunas de sus características.
Para Jack Nicklaus, ganador de tres jarras de plata, todas en Escocia, los campos del sur 'son cada vez peores' y el Royal St. George's es temible, incluso para la nueva generación de jugadores que emplea materiales sofisticados preparados para afrontar todas las situaciones predecibles.
El club guarda muchas afinidades con Muirfield, donde se jugó el Open el año pasado, una de ellas es que tampoco admitía como miembros a las mujeres hasta que se desató la polémica del Augusta National Golf Club por esta misma postura. Los rectores de la entidad invitaron a las damas a que formaran parte de este exclusivo círculo, pero su ofrecimiento fue rechazado. Algunas creen que si aceptan acabarán por perder sus derechos en los clubs reservados exclusivamente a damas y que a la larga se verían obligadas a abrir las puertas a los hombres. En 1927 la fallecida reina madre, entonces duquesa de York, tuvo que entrar a la Casa Club por la puerta de servicio para no vulnerar las normas que no admitían la presencia femenina en el recinto. Desde este mismo año, los responsables del torneo, los honorables caballeros del Royal and Ancient, han tomado medidas para que el Open Británico sea un torneo masculino y que jamás ninguna jugadora, como hizo Annika Sorenstam en el Colonial, pueda participar en la competición.
Todo ello en medio de un ambiente enrarecido. Tiger llega al British sin ningún grande en su poder, aunque el domingo pasado demostró su recuperación al ganar el Western Open en Estados Unidos imponiéndose a Mike Weir y a Jim Furyk, que esta temporada le han arrebatado el Masters y el US Open, respectivamente. Y con las incógnitas de José María Olazábal y Sergio García, que son capaces de alternar lo mejor y lo peor de sí mismos en un mismo hoyo.
El surafricano Ernie Els, defensor del título, tiene opciones, pero el British necesita un campeón europeo.