Primer revés judicial a la campaña contra el correo no deseado en EE UU
Ken Hamidi perdió su trabajo en Intel en 1995. Fuera de la empresa ayudó a formar la asociación FACE (cuyas siglas en inglés responden a Antiguos y Actuales Empleados de Intel), un grupo que objeta la política de recursos humanos del fabricante de microprocesadores. En nombre de esta asociación, Hamidi ha mandado desde 1996 seis mensajes críticos con la compañía a sus 35.000 empleados. El Tribunal de Justicia de California ha sentenciado que Intel no puede parar estos envíos y ha puesto más cuesta arriba la lucha contra el llamado spam.
No sólo se trata de una victoria basada en la primera enmienda, el derecho a la libertad de expresión. En un sistema judicial basado en el precedente como el estadounidense, la sentencia que esta semana ha hecho pública el dividido Tribunal Supremo de California define en parte el llamado ciberderecho en un momento, además, en el que arrecia la lucha desde todos los frentes sobre el correo basura indiscriminado conocido como spam.
Intel había acusado a Hamidi de allanamiento, una figura legal que implica el daño a la propiedad. Según el tribunal, los recursos que Intel dedicó a parar la llegada de los correos críticos no implicaban que se hubiera producido daño ni a los servidores ni a los terminales. El tribunal declara que se puede utilizar el concepto del allanamiento para dificultar la llegada de correos que no sean aprobados, y por extensión al spam, por las empresas, pero sólo en el caso de que se verifique que hay daño a la propiedad.
En una admisión ambigua, el tribunal desestima que Intel haya sufrido un daño por la rebaja de la productividad que haya supuesto para los trabajadores la lectura de esos seis correos electrónicos y el proceso de reacción a los mismos. Sin embargo, considera que se produciría el allanamiento si se verifica que la llegada masiva del spam produce un daño económico menos volátil que el de la productividad. Precisamente en este punto es donde se produjo una de las disensiones de uno de los jueces del tribunal, Janice Brown, que consideraba esta caída de la productividad como un daño económico. Su opinión no fue mayoritaria.
Los abogados que han seguido de cerca el caso Hamidi creen que la sentencia permitirá a Intel volver a acudir a utilizar esta misma defensa si Hamidi, quien en el pasado ha respetado a quien no quisiera recibir sus mensajes, vuelve a mandar otros correos a sus ex compañeros y la empresa puede acreditar con pruebas más concluyentes el daño económico.
Más listas, más correos
Y si la sentencia contra Intel complica la lucha contra el spam, una iniciativa gubernamental para ordenar la actividad de mercadotecnia de los centros de información va a permitir un reforzamiento de esta campaña.
Se trata del registro en el que se inscriban los que no quisieran recibir llamadas telefónicas de venta o mercadotecnia. Este listado, en la red donotcall.org, se vio literalmente arrasado con peticiones y, aunque no se pone en marcha hasta octubre, se han llegado a registrar 1.000 entradas por segundo. Los expertos en telemarketing esperan una ola de despidos y reestructuración del sector y confían en que el reemplazo de esta función se haga, en buena medida, con spam.
La confirmación de la entrada en la lista se recibe a través de un correo electrónico que si no se tiene no activa el nombre del usuario para que se descuelgue del alcance del telemarketing. Muchos de estos correos se han quedado en los filtros antispam y nunca llegarán a activar a sus titulares en la lista.
Mensajes que minan la productividad
¿Cuánto cuesta el llamado spam a las empresas? Un estudio de la consultora Nucleus Research en EE UU ha hecho un cálculo por el que anualmente la recepción de este tipo de correo cuesta 874 dólares por empleado por pérdida de productividad. El cálculo de esta precisa suma detallada en el informe Spam: el asesino de la rentabilidad sobre la inversión se obtiene sobre una hipótesis de que la hora de trabajo se cotiza a 30 dólares y en un año hay 2.080 horas.El documento detalla que las compañías pierden un 1,4% de productividad por empleado cada año por la entrada en sus ordenadores de este tipo de mensaje electrónico, ya que, como media, cada empleado recibe unos 13,3 mensajes calificables como spam al día y pasan unos 6,5 minutos con estos mensajes.Algunas compañías, especialmente las fabricantes de filtros contra este tipo de correo, aseguran que el cálculo de Nucleus es muy conservador.En cualquier caso, el spam crece y a una velocidad que puede dejar pronto obsoleto el informe de Nucleus. Según el servicio de filtros de este tipo de correo MessageLabs, la llegada de este correo indiscriminado se ha incrementado este año un 38,5%. Según esta empresa, que hace de combatir el spam su negocio, uno de cada 2,6 mensajes son spam. MessageLabs dice, no obstante, que se ha reducido entre mayo a junio, cuando ha empezado a tomar forma la campaña judicial y de sensibilización contra este fenómeno. Lo malo es que la cantidad de virus incluidos en los mensajes también se ha incrementado un 13,6%.