Sodoma, Gomorra y la mujer de Lot
Cuenta la Biblia que el desenfreno, la depravación y los comportamientos contrarios al orden de la naturaleza se adueñaron de Sodoma y Gomorra. Dios decidió castigar a todos sus habitantes y destruyó ambas ciudades. Sólo se salvó Lot, porque mantuvo firmes los principios de la fe.
La deidad avisó a este ciudadano y le permitió que llevara consigo a su mujer. La esposa sólo tenía que cumplir un precepto: no volver la mirada atrás, porque de ser así sería castigada. A medio camino, la mujer de Lot no pudo resistir la tentación de volver la cabeza ante los gritos del gentío que perecía en los numerosos incendios en Sodoma. Quedó convertida en una estatua de sal. Los exégetas consideran que ello es símbolo de que uno debe siempre mirar hacia adelante e ignorar el pasado. Otros, que fue castigada por incrédula.
En la Bolsa actual, las diferentes deidades, depende de la religión de cada uno, aconsejan a los participantes en los mercados no volver la vista atrás, porque serán borrados del mapa. Volver la vista atrás es reparar en unas cifras económicas sin pulso, con inclinaciones deflacionistas y caídas de tipos de interés, que en muchos países arrojan tasa negativa en términos reales. Volver la vista atrás es fijarse en las dos enormes burbujas del momento, la inmobiliaria y la de los bonos. Volver la vista atrás es fijarse en que todos los días hay profits warnings y que las cuentas de resultados no soportan valoraciones como las actuales. Volver la vista atrás es darse cuenta de que el índice manufacturero del Estado de Nueva York es de vida estadística corta, sólo 18 meses, y muy limitado a su área de influencia, aunque Wall Street el lunes lo extrapolara al conjunto de Estados Unidos, ahí es nada. Volver la vista atrás es no olvidar el dato de pérdida de confianza de la Universidad de Michigan conocido el viernes. El camino de la Bolsa, en fin, está lleno de estatuas de sal.