Armas de distracción masiva
Las armas de destrucción masiva que el líder iraquí, Sadam Husein, poseía y le convertían en una amenaza para EE UU y su aliados siguen sin encontrarse, pero hay tiempo. Según una encuesta hecha en mayo por The Wall Street Journal y la cadena NBC, el 60% de los estadounidenses piensa que se van a localizar a pesar de que ya se hayan explorado sin éxito los enclaves citados por Colin Powell en sus comparecencias ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Que las agencias de espionaje del país y el presidente se hayan equivocado es algo que parece que los americanos aún están dispuestos a perdonar, según el diario económico que cita encuestas de Gallup y que muestran cómo de forma consistente y desde que comenzó la guerra más del 50% de los estadounidenses consideran que ésta podría justificarse sin que existiera la amenaza de las armas. Lo que todavía no han dicho las encuestas es lo que piensan los estadounidenses de la presunta manipulación de los servicios de espionaje para que cuadrara la actual política exterior basada en la prevención. Cabe recordar que mentir en una cuestión personal, en el que no estaba comprometida la seguridad del país, le valió a Bill Clinton una moción de censura.
Pero lo que era una sospecha es algo de lo que ya se habla en voz alta en Washington, donde, de todas maneras, los republicanos se han negado a dar un mayor calado investigador a las comisiones que sobre este particular se ha activado. De momento, The Washington Post reveló la semana pasada que el presidente, George Bush, dijo en el discurso del estado de la Unión algo que los servicios de espionaje sabían que no era verdad: que Níger estuviera proveyendo a Irak de uranio enriquecido para desarrollar armas nucleares. A la luz de esta información, The New York Times decía el viernes que 'el incidente es vergonzoso para Bush y para la nación'. El mismo periódico neoyorquino aseguraba que los prisioneros de Al Qaeda negaban lazos con el régimen de Bagdad porque a Osama Bin Laden, Sadam no le parecía de fiar y no le quería deber nada.
Mientras crecen las dudas sobre las razones públicas de la guerra, y aunque ya esté dictado su final oficial, la también llamada operación Liberación de Irak no se acaba. Casi todos los días se informa de nuevas bajas en el Ejército estadounidense y de los continuos saqueos. A finales de semana se produjo la mayor operación militar desde que se acabó el conflicto y se cree que más de 100 personas murieron. Oficialmente muchos de ellos eran colaboradores y simpatizantes de Al Qaeda o leales a Sadam Husein. Los enviados a Bagdad de The Guardian aseguran, sin embargo, que los iraquíes dicen que estar en contra de la ocupación americana y de sus aliados no les convierten en leales de Sadam ni de nadie. Sobre el terreno, el teniente general David McKiernan ha admitido que se necesitarán muchas tropas por mucho tiempo.
Desde las filas demócratas se ha empezado a hacer una campaña apropiándose del mantra de la política de Bush basada en la protección del país y se le critica que haya erosionado su credibilidad tanto en el interior como en el exterior y que eso termine siendo un revés para la lucha contra el terrorismo. En manos de los inspectores estadounidenses y británicos, pero sin la supervisión de la ONU, queda ahora por demostrar que las armas no fueran, en realidad, de distracción masiva.