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Unión Europea

La Convención aprueba una Constitución europea que reduce el poder de España

Champán, aplausos y el himno europeo cerraron ayer la última y más emocionante sesión de la Convención que desde el 28 de febrero de 2002 ha preparado el proyecto de la futura Constitución europea. La mano férrea de Valéry Giscard d'Estaing (78 años de edad) ha dirigido la labor de los 105 miembros del foro, en el que han estado representados los Gobiernos de la UE, los Parlamentos nacionales y el europeo, la Comisión Europea y, en teoría, la sociedad civil.

El texto, entre otros cambios, sustituye la presidencia rotatoria del Consejo por un presidente estable, crea la figura de ministro europeo de Asuntos Exteriores y amplía la autonomía de la zona euro respecto de los socios comunitarios que se mantienen fuera de la unión monetaria.

En fiscalidad y política exterior, sin embargo, se mantiene el derecho de veto de cada país, lo que puede complicar la toma de decisiones en una unión con más de 25 miembros.

Los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y Francia, Joschka Fischer y Dominique de Villepin, respectivamente, calificaron de histórica una Convención a la que los dos países han aportado las propuestas más ambiciosas para la integración europea.

En el rincón de los perdedores, además de los habituales euroescépticos, se lamentaban España y Polonia, países cuya capacidad de influencia en la UE se reduce drásticamente con el sistema de voto propuesto por Giscard. Ana Palacio no ocultó su disgusto. 'No puedo excluir de estas palabras la constatación de que el Gobierno tiene una reserva fundamental respecto de la propuesta institucional del texto', tronó la ministra de Exteriores nada más iniciar su última intervención.

Alfonso Dastis, el representante español que sustituyó a Ana Palacio en la recta final de la Convención, había amenazado en las últimas semanas de trabajo con vetar el texto si se mantenía el nuevo sistema de voto basado en la población. Pero Giscard ya había cerrado sus alianzas. La suerte estaba echada tanto para España como para Polonia, dos países con peso demográfico muy similar.

Si el proyecto de Constitución recibe el respaldo de los Gobiernos europeos (España aún puede vetar), las decisiones por mayoría cualificada requerirán en el futuro la aprobación de la mitad más uno de los Estados, pero siempre que representen al menos al 60% de la población de la UE. En la práctica, la capacidad de bloqueo de España (40 millones de habitantes) será la mitad que la de Alemania (80 millones), mientras que ahora los dos países tienen 27 y 29 votos, respectivamente, en el Consejo de Ministros.

Las últimas palabras del presidente de la Convención fueron un guiño agrio a España. El francés recordó la obra de teatro El Maestre Santiago, en la que un español duda si cruzar el umbral hacia una nueva era. 'Propongo que crucemos juntos hacia una nueva Europa'.

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