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Columna
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El paro de mayo

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

Una vez más, la comunicación de las cifras del paro registrado del mes de mayo por parte del Gobierno ha sido escandalosa. La propaganda oficial se centró en enunciar: 1) que el paro habría descendido en 49.000 personas durante el mes de mayo y 2) que la tasa de paro había bajado al 8,6% de la población activa.

Se trata, simplemente, de dos engaños, y el mayor escándalo es que nadie se escandaliza. El primer engaño se produce por omisión. A diferencia de lo que ha hecho Alemania esta misma semana, que ha suministrado las cifras de paro de mayo en datos brutos y desestacionalizados, el Ministerio de Trabajo español no ha hecho públicas las cifras desestacionalizadas. Si las hubiera suministrado tendría que haber dicho que el paro no sólo no bajó en mayo, sino que aumentó en más de 7.000 personas.

¿A la vista de este mal dato debemos concluir que la situación del empleo en España es mala? No, y por ello la manipulación era aún más innecesaria.

En lo que llevamos de año la evolución del empleo ha sido positiva. En un país serio el Gobierno debería haber dicho que el dato de paro registrado en mayo fue negativo, pero que la evolución de los cinco primeros meses del año ha sido positiva, sin necesidad de manipular burdamente la información.

En segundo lugar, decir que la tasa de paro en España es del 8,6% de la población activa es otro engaño. El Gobierno utiliza en el numerador manzanas y en el denominador, peras. La tasa de paro en España según las cifras de la encuesta de población activa (EPA) o las de Eurostat está en el 11,4%, por lo que esa cifra del 8,6% -que tan pomposamente proclamó el presidente del Gobierno- es un puro engaño, porque utiliza en un numerador la cifra de paro registrado del Ministerio de Trabajo y como denominador la cifra de población activa de la EPA.

Pero lo interesante es saber si esta buena situación del empleo en España es sostenible. Para ello hay que hacer una valoración conjunta de otros datos económicos, y esto lleva a pensar que el crecimiento del empleo es sostenible todavía uno o dos años más. Este crecimiento, centrado fundamentalmente en la expansión de la construcción y de los servicios menos sofisticados, es consecuencia de una política monetaria y fiscal expansiva que no parece que vaya a alterarse en ese horizonte.

Pero también es verdad que se están acumulando en España varios desequilibrios que pasarán cuenta en el futuro. La demanda interna está creciendo alrededor del 7% en términos nominales, lo que está dando lugar a un crecimiento real del 2,1% y a un crecimiento de los precios del 4,5% (medidos por el deflactor del PIB).

El primer desequilibrio es pues, el de los precios, y se observa que si los precios españoles en vez de crecer al 4,5% estuvieran creciendo al 1%, como en Alemania, el PIB español podría estar creciendo al 6% en términos reales. Un crecimiento de este tipo, aunque fuera mayor que nuestro 2,1% sería más sostenible porque no estaría produciendo una pérdida de competitividad.

El otro desequilibrio que estamos acumulando es el endeudamiento. Crecemos más porque nos endeudamos más, tanto los agentes privados (el crédito hipotecario está creciendo al 20%) como el sector público, cuyo endeudamiento no aparece en las cuentas del Estado, sino que está anotado en los balances de las empresas públicas creadas ad hoc para gastar fuera del Presupuesto y de las que el Gobierno no da cuentas.

Por tanto, las conclusiones ante el dato de paro de mayo son algo diferentes de las de la propaganda oficial. Primero, el dato de mayo fue malo. Segundo, aunque el dato de mayo haya sido malo, España está viviendo una coyuntura muy positiva del empleo. Tercero, esta coyuntura positiva tiene puntos vulnerables que arrojan dudas sobre el crecimiento sostenible de la misma.

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