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Lealtad, 1

El olvido se convierte en la mejor terapia

Hay individuos con memoria prodigiosa que son capaces de relatar de una tacada la guía de teléfonos, los ríos del mundo, el callejero de Londres o la lista de reyes que han gobernado en el mundo desde el paleolítico. Otros tienen una visión especial y son capaces de retener cualquier dato, por nimio que sea, de un solo vistazo.

Estos casos, que a primera vista suscitan envidias, suelen ocasionar serios problemas de salud y de convivencia humana para el que los padece. Se convierten en personas raras y el sistema trata de expulsarlos. Los médicos especializados en el tema dicen que la mejor terapia es el olvido, algo así como tratar de limpiar el disco duro de un ordenador. El enfermo se siente liberado y la medicina de futuro será que olvide lo que es capaz de hacer para que no lo haga, porque recaería de nuevo.

En la Bolsa la cura que siguen algunos especialistas en medicina de masas es la misma. Cuentan a sus pacientes que deben olvidar las sobrevaloraciones de los mercados, máxime ahora cuando el PER del S&P 500 vuelve a estar en el entorno de las 40 veces. Y si olvidan el PER, es decir, mejor lo borran de su vocabulario.

Deben olvidar, asimismo, que hay burbujas que históricamente se repiten, como la de las acciones. Así se demostró con el estallido en marzo de 2000.

No tienen que recordar que la caída de los tipos de interés en Japón, a la que siguen en los últimos años Estados Unidos y Europa, se produjo en un momento en que los inmuebles de Tokio (no de Japón, de Tokio) valían más que todos los activos inmobiliarios de Estados Unidos. Eso sucedía hace 10 años, por una especulación desaforada y un mantenimiento de tipos bajo cero.

Olvidar es la cura a la que se someten los mercados, tanto los estrictamente bursátiles, como los de bonos e inmobiliario. Pero la realidad siempre surge cuando menos se la espera.

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