Revista de Prensa
La segunda baza de Estados Unidos
El secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, Paul Wolfowitz, acaba de desatar una polémica (...) al declarar que la razón oficial de su país para intervenir en Irak no era en realidad verdadera. Reconozcámoslo: habíamos dudado que fuera cierto.
Desde el principio de las hostilidades (...) parecía dudosa la hipótesis de una guerra preventiva destinada a impedir que Sadam Husein utilizase una supuesta potencia militar.
Uno de los objetivos esenciales de la guerra parecía ser instalarse militarmente en la segunda potencia petrolífera de la región para prepararse ante un posible descalabro de Arabia Saudí provocado por el fundamentalismo musulmán.
El número dos del Pentágono ha confirmado este punto, añadiendo además que el pretexto de la presencia de armas de destrucción masiva no era más que un artificio de comunicación (...).
Esta nueva lectura de la intervención norteamericana en Irak le da a los acontecimientos un sesgo mucho más estratégico que el de una simple operación policial contra un Estado gamberro.
Se trata de reconstruir la estabilidad en una región económicamente vital (...). La primera baza de la partida se ha jugado en Irak (...). La segunda se jugará en Jerusalén. La intensa actividad diplomática que está desplegando el presidente Bush tras la publicación de la Hoja de Ruta (...) confirma en cierto modo la iconoclasta afirmación de su secretario de Estado: el objetivo de la intervención en Irak no era militar sino político.
Hubiéramos preferido saberlo de antemano, pero aun así se trata de una buena noticia.