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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una deuda acelerada

El rápido crecimiento del endeudamiento de las familias españolas empieza a ser motivo de razonable inquietud para expertos e instituciones. En los últimos 10 años, el peso de la deuda para los hogares se ha duplicado hasta alcanzar el 76,7% de la renta bruta disponible en 2001, uno de los aumentos más rápidos de la eurozona. La mayor riqueza de los españoles, los altos precios de la vivienda y el descenso de los tipos de interés por la convergencia con Europa desde las cifras de dos dígitos de los años ochenta han propiciado una explosión del crédito en favor de los particulares.

El Banco de España alertaba ayer mismo de las elevadas tasas de aumento del crédito hipotecario, superior al 20%. El instituto ha solicitado a la banca que 'extreme la prudencia' en la concesión de préstamos. No obstante, parece difícil que se frene la demanda de hipotecas cuando el euribor, índice hipotecario de referencia en la mayoría de préstamos, está a punto de fijar un nuevo mínimo histórico en 2,25%, según cálculos provisionales al cierre de mayo.

En términos relativos, el peso de la deuda no es aún alarmante, pues se sitúa por debajo de los niveles de otros países como Alemania, Holanda o el Reino Unido, donde supera con creces el 100% de la renta bruta disponible. Hay que tener en cuenta que la gran parte de las deudas son hipotecarias, es decir, están respaldadas por activos cada vez más valiosos, dado que sus precios no frenan su acelerado aumento. La morosidad se mantiene en niveles muy moderados, aunque el Banco de España no los cree sostenibles.

Puede objetarse que el poder adquisitivo de los españoles no es equiparable al de los países más ricos del continente. Para los expertos el mayor riesgo es una subida de tipos de interés. En España casi todas las nuevas hipotecas se firman con interés variable, que resulta mucho más atractivo en estos momentos. Esto no ocurre en el resto de la UE, donde predomina el tipo fijo, con o sin cláusulas de renegociación. Quizá por ello el Gobierno incluyó en su último paquete de medidas económicas facilidades para cambiar el tipo de la hipoteca de variable a fijo, pero los expertos son escépticos dada la gran diferencia entre las ofertas de ambas modalidades. Quienes están contratando ahora hipotecas pueden llevarse una desagradable sorpresa si los tipos de interés repuntan hasta niveles del 5%, lo que no parece cercano, pero en absoluto puede descartarse en el medio o largo plazo. Las familias también podrían verse incapaces de responder a las cargas en un supuesto de recesión y desempleo que tampoco resulta impensable del todo.

El crecimiento de la deuda de las familias es una consecuencia de la integración española en la normalidad europea, pero no por ello deja de implicar riesgos. Los avisos del Banco de España no deberían caer en saco roto, aunque la gran competencia bancaria, la evolución inmobiliaria y los bajos tipos invitan a pensar que la deuda está lejos de haber tocado techo.

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