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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una opa poco presentable

Telefónica lanzó ayer una opa sobre su filial Terra a 5,25 euros por acción. Ese precio supone valorar el negocio de la filial de Internet en 2,16 euros por título, menos de la quinta parte que en el momento de la salida a Bolsa. El resto del precio, 3,09 euros por acción, es el equivalente a la caja de la propia compañía. De hecho, los 1.726 millones que como máximo desembolsará Telefónica no llegan siquiera a los 1.731 millones de euros que tiene en metálico Terra.

El pacto propuesto equivale, por tanto, a que los accionistas minoritarios se repartan la caja de la compañía a cambio de que Telefónica se quede -sin desembolsar ni un euro, pero sin entrar tampoco en el reparto de la caja- con el negocio de la empresa y con los jugosos créditos fiscales que le permitirán ahorrar en impuestos cantidades millonarias.

Para Telefónica la operación es redonda. No supone salida de caja efectiva, le permite hacerse con créditos fiscales y recupera la totalidad de un negocio en que estaba condenada a competir consigo misma. Telefónica calcula que la operación mejorará en 269 millones el ebitda del grupo Telefónica en el periodo de 2003 a 2006. Pero además la opa, en caso de tener éxito, supondrá poner fin a un sueño que se convirtió en pesadilla. Es hasta cierto punto comprensible que Telefónica no quiera poner más dinero porque Terra ha sido ya una sangría durante estos años en que no terminaba de encontrar su modelo de negocio. Telefónica inyectó 2.200 millones de euros en la compañía a través de una ampliación de capital suscrita casi en solitario como parte de los acuerdos de fusión con Lycos. Y además ha tenido que apuntarse pérdidas cuantiosísimas, en parte agrandadas por el fondo de comercio generado por aquella operación. Todo eso después de que la empresa de Internet rozase efímeramente la gloria a finales de 1999 y comienzos de 2000. Su estreno en Bolsa y la posterior escalada fue fulgurante, pero más dura fue la caída al estrellarse la empresa y los inversores con la realidad.

Pero mientras que para Telefónica se soluciona un problema, para la inmensa mayoría de los accionistas minoritarios la oferta es poco menos que una ofensa pública. Al menos para aquellos que pagaron 5, 10, 20 y hasta 30 veces más por cada acción de lo que ahora Telefónica les ofrece. Aquellos accionistas a los que el presidente de la compañía, Joaquim Agut, les pidió paciencia e intentó convencer 'con la mano en el corazón' de que habían hecho una buena inversión.

Mención aparte merece la evidente fuga de información privilegiada que se produjo antes de que la operación fuera presentada oficialmente. Las alarmas de la unidad de vigilancia de mercados de la Comisión Nacional del Mercado de Valores saltaron cuando Terra empezó a subir más de un 5% con un volumen de contratación que, en sólo dos horas y media, superaba al de las dos jornadas anteriores enteras juntas. Ojalá la investigación de la CNMV no se cierre, una vez más, en falso.

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