Los buques de guerra sostienen el negocio del grupo público
La construcción de buques militares y submarinos sostiene, de momento, el negocio de Izar. Hace casi dos años que su división civil no consigue cerrar un nuevo contrato de construcción que le permita mitigar una subactividad que empieza a afectar a varias de sus plantas, aunque la ocupación media de las instalaciones del grupo supere el 80%.
Fragatas para Noruega, submarinos para Chile y buques para la Armada española configuran el grueso de la cartera de pedidos de la sociedad nacida de la integración de Bazán y Astilleros Españoles. Sin embargo, esta carga de trabajo que suma 3.000 millones de euros da básicamente para alimentar las plantas de Ferrol y Cartagena, mientras que las del resto del grupo Izar (Fene, Gijón, Sestao, Puerto Real, Sevilla y San Fernando) ven cómo la subactividad comienza a afectarles.
Fuentes consultadas aseguran que, por ejemplo, en el caso de Fene, la antigua Astano, se está planteando el trasvase temporal de parte de su plantilla a la factoría de la antigua Bazán en Ferrol. En otras plantas, dedicadas a la construcción de buques civiles, la falta de nuevos pedidos comienza a ser preocupante. La entrega de varios gaseros, dos dragas y un ferry cierra una corta lista que no llena las gradas del grupo público controlado por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).
El horizonte para Izar se presenta sombrío. El nombramiento de Esther Rituerto como nueva consejera delegada para apoyar la gestión de José Antonio Casanova y el cambio en la dirección comercial no han conseguido de momento enderezar una situación que puede desembocar en la presentación de un expediente de regulación de empleo para oxigenar su deteriorada cuenta de resultados.
Izar cerró el pasado ejercicio con unas pérdidas de unos 132 millones de euros, cifra similar a la del ejercicio anterior, mientras que las previsiones para este año fijan el déficit en más de 78 millones. Estos resultados confirman las dificultades que el grupo atraviesa para cumplir los objetivos de su plan estratégico, pese a que éste ya ha experimentado retoques desde que Izar se constituyó en el año 2000. Entonces se fijó como meta que el grupo de construcción naval fuese rentable en 2004. Una de las consecuencias de la acumulación de pérdidas es la gradual reducción de los fondos propios con los que se dotó a la compañía, y que difícilmente podrán ser renovados.
Izar intenta, pero con enormes dificultades por la competencia de Asia, ampliar su cartera de buques civiles en el nicho de los gaseros. Actualmente es el único astillero europeo que construye ese tipo de barcos. Y quiere beneficiarse del previsible aumento de la demanda de los de doble casco.