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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un vuelco modesto

El PSOE ha ganado las elecciones celebradas ayer, el primer triunfo en unos comicios nacionales desde hace diez años ante el Partido Popular, y se ha vuelto a convertir en el partido más votado de España. El recuento provisional, a las 10.00 horas de anoche, arrojaba una diferencia de más de 400.000 votos entre los dos principales partidos, un vuelco importante respecto a las últimas municipales y autonómicas, en las que los populares superaron a los socialistas. Pero el triunfo no ha sido completo. Además de lograr menos concejales, un dato quizá menor a la hora de analizar los resultados, Trinidad Jiménez no ha logrado frenar a Alberto Ruiz-Gallardón en la carrera por la alcaldía de Madrid, según los primeros datos de anoche. Quizá sea éste el resultado más doloroso para José Luis Rodríguez Zapatero, que había apostado de forma personal por Jiménez y que había convertido la batalla por Madrid en todo un símbolo, también de cara a las elecciones del año que viene. Los datos provisionales muestran, a cambio, que los socialistas experimentan subidas generalizadas en toda España (incluyendo el País Vasco), aunque por la aritmética electoral, este aumento no se traduce en importantes ganancias de poder. Las más destacadas serían Zaragoza, la Comunidad de Madrid, según las encuestas, y el aumento de votos en San Sebastián.

En cualquier caso, la tensión que ha marcado la campaña, salpicada por el chapapote y, sobre todo, por la guerra en Irak, no se ha traducido en una marcada pérdida de apoyo al PP, como confiaba la izquierda. Especialmente en el tema de la guerra. Con más del 90% de los ciudadanos en contra del apoyo de Aznar, la izquierda, tanto el PSOE como Izquierda Unida, confiaba en lograr el empujón definitivo para desalojar al PP de numerosos Gobiernos municipales. Especialmente en Madrid, lo que se ha producido sólo a medias. Ello demuestra que numerosos votantes del PP, alarmados por la sensación general de que el partido de Aznar podía sufrir una serie de derrotas atribuibles al Prestige y a la guerra, también se han movilizado, hasta el punto de impedir la catástrofe para los conservadores que esperaban muchos sectores de la izquierda.

Más allá del análisis pormenorizado que comenzará mañana, hay un dato claro: el aumento de la participación demuestra que los ciudadanos han otorgado a estas elecciones una importancia especial. No han sido unas primarias en toda regla de cara a los comicios generales del año que viene. Sobre todo porque el resultado no ha sido contundente en ningún sentido. Pero sí aportan un elemento importante. Con los 400.000 votos de diferencia que logra, el PSOE afronta el reto de llegar a La Moncloa en mejores condiciones, aunque no haya ganado Madrid. Y el PP comprueba que no tiene asegurado el éxito, lo que le forzará a prestar más atención al problema de la sucesión de Aznar, que ahora, no siendo ya el primer partido en número de votos, se le puede todavía complicar más.

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