Opas tras la atonía
Rompiendo una atonía que se remonta al estallido de la burbuja bursátil en la primavera de 2000, los mercados españoles parecen vivir un resurgimiento del fenómeno de las ofertas públicas de adquisición. Se está lejos de las euforias de antaño, pero algunas compañías han iniciado movimientos de cierta envergadura para reforzar posiciones en sus mercados. A juzgar por estas operaciones, algunos estrategas empresariales empiezan a ver el final de un ciclo bajista en la economía y los mercados. Ofertas como la de Bami sobre Metrovacesa, Sacyr sobre Vallehermoso, la frustrada de Gas Natural sobre Iberdrola, la fusión de Acesa y Aurea y, esta semana, el intento de compra por Hesperia de un 26% de NH no tienen un denominador común y correrán distinta suerte, pero demuestran que los ánimos empiezan a cambiar poco a poco.
Las compañías vuelven a animarse a hacer compras por los bajos precios de la Bolsa, que han puesto en el punto de mira a valores de primera fila en un momento en el que su capitalización está al alcance de sus rivales. Además, las empresas han reforzado sensiblemente sus balances durante los años de crisis, realizando drásticos ajustes de costes y de personal, y fuertes saneamientos para actualizar valoraciones hinchadas o descontar inversiones que el tiempo convirtió en inviables. Las empresas son ahora más atractivas, a pesar de haberse visto golpeadas por el bache económico. Que el mercado vuelva a moverse no implica necesariamente que el fin del ciclo económico y bursátil bajista esté a la vuelta de la esquina. Los movimientos de estos días tratan más bien de anticiparse a la recuperación, a pesar de que los últimos datos de actividad y confianza no invitan todavía al optimismo. Entre los analistas se extiende la creencia de que lo peor de la crisis ya ha pasado, tanto en la actividad económica como en los mercados. Y ni siquiera la prolongada caída del dólar ha frenado completamente el rebote de las Bolsas. El fin del conflicto en Irak ha permitido, además, disipar algunas incertidumbres, aunque la seguridad global sigue amenazada por atentados terroristas como los de Riad o Casablanca.
Es significativo que la Bolsa parezca ignorar las malas noticias. Ayer se supo que el indicador de optimismo inversor de la publicación Investors Intelligence registraba su nivel más alto en más de dos años, lo que implica que el sentimiento positivo se extiende en Wall Street. Sería un error lanzar las campanas al vuelo y volver a cometer los errores de los años de la burbuja, cuando se sobrevaloraron activos que luego hubo que ajustar a la baja con grandes sacrificios. Lo único comprobable es que las empresas cotizan baratas tras concluir una dolorosa reestructuración que ya da resultados. Lo demás, la previsión de una vigorosa recuperación de la actividad, todavía no tiene suficiente fundamento. Probablemente el despegue económico necesite varios trimestres para confirmarse, aunque resulten esperanzadoras las primeras señales.