Reformas a golpe de talonario
Amedida que pasa el tiempo y los grandes bancos de inversión vuelven por sus fueros hasta dejar cortas las extravagancias del pasado, crece el número de participantes en el mercado descontentos con una reforma corporativa que nunca existió. O si se prefiere, la pregunta que comienza a planear sobre los mercados es ¿qué fue de la tan cacareada reforma corporativa a raíz de los escándalos contables?
La crisis de Enron desveló, entre otras cosas, el compadreo entre los bancos de inversión y las empresas analizadas. Por derivación, sobre las recomendaciones, de tal modo que éstas mejoraban o empeoraban según los contratos firmados entre las partes.
La reforma corporativa se saldó hace unas semanas, o al menos así se aireó en todos los medios, en esa comunión mediática con ruedas de molino, con un talonario milmillonario. No fue el punto final, como algunos editorializaron. Fue el punto y seguido, porque, aquí y ahora, la banca de inversión vuelve a encabezar la manifestación, a enarbolar la bandera de la agitación, a recomendar lo que le viene en gana, a subir y bajar escalones en las ratios de esta o aquella empresa en cuestión de semanas, como si la vida de una empresa fuera tan corta y, lo que es más grave, a señalar con el dedo acusador a los grandes bancos centrales del mundo.
El hecho, como ejemplo reciente, de que el Banco Central Europeo no bajara los tipos de interés hace dos semanas ha merecido un aluvión de críticas y discursos envenenados contra la institución, como si la política monetaria fuera la panacea cuando apenas queda recorrido a la baja de los tipos de interés.
Los mejores operadores sienten en las últimas semanas escalofríos por el poderío renovado de los bancos de inversión, aquellos que engordaron la burbuja tecnológica, hasta que estalló, y ahora engordan la doble burbuja inmobiliaria y la de los bonos. Abajo las murallas chinas.