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Lealtad, 1

La escuela de Epicuro, en auge

Epicuro fue un filósofo ateniense, del siglo IV antes de Cristo cuya escuela fue seguida a lo largo del tiempo por muchos otros filósofos. El epicureísmo es algo así como un refinado egoísmo que busca el placer exento de dolor. Otros van más allá, al señalar que es una entrega total al placer, sin más.

En las últimas semanas abunda el desconcierto en los mercados de acciones. Muchos voceros se han rasgado las vestiduras al no entender por qué esa resistencia que los mercados de acciones han demostrado pese al cúmulo de situaciones y advertencias negativas. Salvo la caída en picado del lunes, los índices han evolucionado como si el entorno adverso no fuera con ellos.

Sólo la filosofía puede ayudar a entender a quienes siguen la Bolsa de oídas, es decir, a la mayor parte de los participantes en el mercado, situaciones como las que se desarrollan desde hacer varias semanas. Con mucha frecuencia los mercados se miran el ombligo. Es muy habitual, también, que Epicuro sea el que marque el ritmo. A las Bolsas, en fin, les gusta recrearse en sí mismas, sentirse cómodas mirándose al espejo, experimentar el placer de que el dolor ajeno no van con ellas. Puede afirmarse, en esta discurso filosófico, que las Bolsa están satisfechas con los niveles de cambios actuales.

Claro está que para que determinadas escuelas filosóficas arraiguen y acumulen seguidores es necesario que el embrión esté muy controlado y que las primeras ramificaciones, o adeptos, sigan el discurso al pie de la letra. Esa sensación de bienestar aparente, salvo retazos más o menos violentos como los del estreno de la semana, la alimentan los que mueven los hilos del guiñol, que no son otros que los hedge funds, los fondos de alto riesgo. En las Bolsas nada ha cambiado en términos operativos desde la semana anterior al inicio de la miniguerra de Irak, porque el inversor final, el rebaño, sigue desperdigado.

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