Cosas ciertas que no son importantes

Cuando uno logra eludir la tiranía del instante de los mercados, tarea con frecuencia imposible, porque éstos están obligados a abrir y cerrar sus puertas todos los días, observa con mayor nitidez cómo la renombrada ceremonia de la confusión, en alusión al quehacer de las Bolsas, adquiere grandes dimensiones en la coyuntura actual.

El punto de partida de los agitadores, en este baile de máscaras, es la evolución del dólar frente al euro y un puñado de divisas más que actúan de comparsas. En ese proceso corto de abstracción al que se alude al principio se ha constatado la abundancia de manifestaciones y análisis importantes, aunque desconocemos si éstos son ciertos. También se han leído y escuchado cosas ciertas, pero no sabemos si éstas son importantes.

Viene a colación esta reflexión por cuanto una vez más el análisis de lo que sucede con el dólar y su influencia en la renta variable carece, con frecuencia, de fundamentos desde una perspectiva histórica. Es importante, así, la degradación de la moneda estadounidense, pero no es cierto que el empeoramiento de la paridad conlleve el caos a las Bolsas, al menos de manera continuada.

Es más fácil asumir que la confusión que reina en las principales Bolsas del mundo desde hace algunas semanas obedece más a la llegada a zonas de resistencia técnicas importantes, porque la subida desde mínimos ha sido interesante, que a otros debates. Los analistas más fríos consideran que ha llegado el momento de la elección de oportunidades de inversión. La fuerte desviación del dólar ha provocado mejoras destacadas en los balances de determinadas compañías que cotizan en Wall Street y acotaciones negativas en aquellas europeas con vocación exportadora.

Lo difícil, como siempre, es elegir el modelo de las compañías influidas por el fenómeno y, por supuesto, el momento de entrar en el juego.