El olfato de los lobbies
Los grupos de presión suelen tener acreditado un especial sentido del olfato para detectar quien puede llevarse el gato al agua en unas elecciones. Mediante la detección de sus movimientos resulta sencillo, en ocasiones, concluir qué candidato tiene la victoria asegurada o, al menos, posibilidades reales de ganar. Este olfato no es, por tanto, gratuito, y la mayoría de las veces está abrigado por encuestas fiables.
Este es el caso, por ejemplo, de un sondeo de la patronal madrileña, CEIM, que ha llegado filtrado por diferentes vías a los dos principales partidos y que anticipa una posible victoria del candidato socialista Rafael Simancas en la comunidad y del candidato del PP, Alberto Ruiz-Gallardón, en el ayuntamiento.
Simancas, hasta hace unos meses un completo desconocido para los madrileños, ha conseguido superar a duras penas el menosprecio que sufría en su propio partido y ha abierto su despacho a destacados representantes del mundo empresarial. Uno de los que han querido conocer personalmente al candidato ha sido el presidente de Carrefour, el ex ministro Rafael Arias Salgado, interesado en saber de primera mano sus planes sobre la apertura de grandes superficies y la liberalización de los horarios comerciales. La impresión extraída del encuentro es que las cosas no cambiarán demasiado en este terreno si el PSOE se aúpa finalmente al Gobierno regional: se mantendría la apertura de 21 domingos al año, así como la segunda licencia, que obliga a las grandes firmas comerciales a pedir autorización para nuevas aperturas a la comunidad autónoma y al ayuntamiento, un coste doble para los empresarios, conocido en su argot como el impuesto revolucionario.
Las intenciones de la candidata socialista a la Alcaldía de Madrid, Trinidad Jiménez, también han sido escudriñadas en las últimas semanas por todo tipo de sectores. Con ella han compartido mantel los grandes de la construcción, del sector financiero, del turismo, del comercio, de la hostelería y, así, un largo etcétera. Florentino Pérez, Fernando Fernández-Tapias, Antonio Garrigues, Emilio Cuatrecasas, Pedro Ballvé y otros muchos representantes de grandes firmas han tenido ya la oportunidad de calibrar de qué forma se verían afectados sus intereses en caso de que se produjera un vuelco electoral en la capital de España.
El mensaje que Jiménez y Simancas les han trasladado no es conjugable con el voto del miedo que alienta el PP.