La zona euro apoya la fortaleza de la divisa con "estabilidad"
Francia y Alemania intentaban anoche arrancar al Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro) una declaración oficial alertando sobre la revalorización del euro y la debilidad de la coyuntura europea. Al cierre de esta edición, el Eurogrupo negociaba los términos de un texto que en círculos comunitarios se interpreta como un instrumento de presión para exigir al Banco Central Europeo (BCE) que relaje su política monetaria.
El BCE mantuvo el pasado jueves los tipos de interés en el 2,5% (el doble que en EE UU), a pesar de los signos crecientes de ralentización económica en Alemania y Francia y las peticiones desde instancias internacionales a favor de un estímulo monetario. El presidente del Banco, Wim Duisenberg, ha repetido insistentemente que los países de la zona euro deben abordar una urgente flexibilización de los mercados laborales, de producción y distribución, para que la institución monetaria cuente con un margen de maniobra adecuado para actuar. De otro modo, asegura la institución, una política monetaria demasiado laxa puede colocar la inflación por encima del objetivo que se ha fijado Fráncfort del 2% de incremento anual de los precios
Pero Berlín y París, dos de los países cuyo margen de maniobra fiscal se ha agotado de acuerdo con los límites de gasto impuestos por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, se mostraban anoche dispuestos a desafiar la posición del BCE.
Impacto negativo del euro
Alemania y Francia pretenden que el Eurogrupo resalte que el auténtico peligro para la zona euro no se encuentra en la inflación sino en la persistente desconfianza de los consumidores, el impacto negativo de la cotización del euro en las exportaciones y el estancamiento de la demanda interna.
La reunión mensual de los ministros de Economía de la zona euro rara vez concluye con un comunicado oficial. El último data de octubre del año pasado, cuando los ministros quisieron dejar constancia por escrito del aislamiento del titular francés, Francis Mer, en su actitud de desafío a la disciplina fiscal de la zona euro.
Los comunicados sobre política monetaria son aún menos frecuentes. La última batalla pública entre autoridades económicas y monetarias se libró en octubre de 2001, cuando los ministros, bajo una beligerante presidencia belga, reclamaban a Fráncfort una señal de alivio para los castigados mercados. Duisenberg impuso entonces su criterio y los ministros renunciaron a cualquier reclamación explícita.
Desde entonces, el Eurogrupo se había refrenado en público de emitir comentarios sobre la política del banco, con el que una vez al mes mantiene en Bruselas un diálogo confidencial sobre la situación económica.
El banco insiste en que la política monetaria no puede contribuir a largo plazo al crecimiento económico, cuyo potencial debe aumentarse mediante reformas estructurales profundas.
Duisenberg no se encontraba anoche en Bruselas para defender su independencia, bandera que debió recoger el vicepresidente de la institución, el griego Lucas Papademos. Grecia, país que preside este semestre el Eurogrupo, mantenía una actitud de neutralidad rayana en la indiferencia, según fuentes cercanas al encuentro.
La posición de los países que, como a España, no les conviene una mayor relajación de la política monetaria, puede ser determinante para la resolución del rifirrafe.
Los argumentos de Francia y Alemania vienen respaldados, en parte, por la fortaleza de la divisa europea.
El euro ha superado ayer los 1,16 dólares, lo que supone un nuevo máximo de los últimos cuatro años y un valor próximo al de su lanzamiento, en enero de 1999, a 1,1689 dólares por euro. Al final, la divisa europea cerró a 1,156 dólares. La jornada estuvo marcada por las declaraciones del secretario del Tesoro de EE UU, John Snow, el pasado domingo, donde se felicitaba por el impulso exportador derivado de la debilidad del dólar, informa Ana B. Nieto desde Nueva York.
Para los banqueros del G-10, reunidos en Basilea, la actual cotización del euro responde a 'una recuperación desde la posición anormal de debilidad' de hace unos meses, aunque dejaron claro que tampoco eso implica una fortaleza de la economía europea.