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Columna
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¿Volverá el sentido común?

Esta semana que empieza será determinante para saber las intenciones reales de los vencedores de la guerra respecto a cómo resolver el futuro de Irak. En realidad, se trata de saber cuál es el margen que EE UU concede a las Naciones Unidas para participar en las posguerra. El secretario de Estado Powell esta tratando de rehacer cierto consenso internacional calificando de 'amigos' a quienes se opusieron en el Consejo de Seguridad. Tampoco es un secreto que, otra vez, el Pentágono y los planificadores de la guerra están esperando que Powell vuelva a fracasar para imponer su diseño sobre el futuro de Irak y el conjunto de la región de Oriente Próximo.

Resulta fundamental que las Naciones Unidas pasen a ocuparse de la posguerra. Ni EE UU ni el Reino Unido se pueden permitir prolongar por mucho tiempo su papel de potencias ocupantes. Con este título, el de potencia ocupante, no están en condiciones de administrar Irak. Sería otra violación del derecho internacional que terminaría por pulverizar las reglas de los conflictos armados de los Convenios de Ginebra.

Tampoco los miembros de la coalición que han negado que hayan participado en la guerra, como es el caso del Gobierno español, se pueden incorporar como nuevas potencias ocupantes ni mucho menos participar en una Administración dirigida por EE UU que sería ilegal si no se produce un mandato expreso del Consejo de Seguridad.

Ya queda muy poco de legalidad internacional. Los debates que se abren esta semana en el Consejo de Seguridad demostrarán si EE UU ha decidido o no proceder a la voladura definitiva de las Naciones Unidas. Es interesante que Powell intente de nuevo mantener el debate, al menos el debate, en Naciones Unidas. Seguramente ha comprendido que la situación sobre el terreno iraquí es muy complicada y los planes del Pentágono pueden conducir inevitablemente a lo que EE UU quieren evitar: el nacimiento de otra república islámica que sustituya al régimen de Sadam Husein.

La reconstrucción iraquí o la hace Naciones Unidas o la Administración norteamericana con los añadidos de algunos coaligados terminará siendo una ocupación permanente para la mayoría de los iraquíes. En estas condiciones, tanto chiítas como sunitas, pero especialmente los primeros, se constituirán en fuerza de resistencia al ocupante que les puede llevar a la violencia y desde luego a legitimarse como fuerzas políticas a las que será muy difícil arrebatarles la victoria cuando se celebren elecciones democráticas. Simplemente porque sunitas y chiítas conforman casi el 80% del hipotético electorado iraquí. Pretender que con la ocupación militar de la coalición los líderes religiosos iraquíes se conviertan durante el próximo año al más puro laicismo constitucional es ciertamente aventurado.

Por otro lado, de cómo se resuelva la explotación del codiciado petróleo iraquí dependerá en gran parte el sentimiento de los propios iraquíes respecto a la ocupación. Si se confirma que empresas, como Halliburton muy vinculadas a la Administración Bush, se están repartiendo el futuro mercado petrolero, los líderes religiosos tendrán unas justificaciones añadidas para conseguir sus fines.

No es lo mismo que las Naciones Unidas determinen cómo se resuelve el fin de las sanciones y cómo se administra el petróleo iraquí a que lo hagan por su cuenta EE UU y sus coaligados. A lo mejor es cierto que el cuerpo de ingenieros de Halliburton es el mejor preparado para hacer funcionar de nuevo las refinerías y los oleoductos iraquíes. Pero no es menos cierto que la percepción que tendrán los iraquíes, y la opinión publica árabe y muchos que no somos árabes, es que sería mucho más correcto y menos sospechoso que todo este proceso se tutelara desde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que desde el consejo de administración de la antigua empresa del vicepresidente Cheney.

Las formas cuentan mucho, y mucho más cuando se tiene enfrente a unos líderes iraquíes, contentos del fin de Sadam Husein, pero deseosos que la ocupación termine cuanto antes y sea verdad el anuncio que el petróleo iraquí será para el pueblo iraquí.

Siempre te queda la esperanza de que el sentido común se imponga aun en las circunstancias mas difíciles. Ya veremos.

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