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Lealtad, 1

El pastor, el lobo y la deflación

Acualquier ciudadano español le resulta irónica la dialéctica de última hora respecto a la amenaza de deflación que se cierne sobre las economías de Estados Unidos y de Alemania, en línea con lo que sucede desde hace tiempo en Japón. Cualquier ciudadano español sólo puede sonreír, porque lo que desarrolla nuestra economía es justamente lo contrario.

Sucede, no obstante, que la globalización lo impregna todo y que los mercados no pueden eludir este fenómeno ni, por supuesto, aislarse y mirarse el ombligo de manera feliz. Por eso toca coger el toro del debate de la deflación por los cuernos de la Bolsa, que en eso están enredados los principales participantes.

La presión mediática tras la reunión y comunicado final de la Reserva Federal el martes es la gran artífice de la situación, aunque los colegas de Greenspan han aprendido bien el discurso del maestro y no apuestan con claridad por el término. En el comunicado final, en concreto, se apuntó: 'aunque el momento exacto y magnitud de esa mejora (económica) sigue siendo incierto, el comité cree que, para los próximos trimestres, los riesgos al alza y a la baja para el logro de un crecimiento sostenible están equilibrados. Sin embargo, y a pesar de que la probabilidad de que, en ese mismo espacio de tiempo, se produzca un descenso, sustancial, no deseable, en la inflación es reducido, es mayor que la de un aumento desde sus niveles actualmente reducidos. El comité considera que, dentro de lo que cabe anticipar, y teniendo ambas consideraciones en cuenta, el conjunto de riesgos, en lo referido al logro de sus objetivos, sigue estando sesgado hacia la debilidad'.

Es la cuarta vez en 12 años que el término deflación vuelve a a estar de moda. En ese periodo no ha habido deflación. ¿Sucederá ahora como en el cuento del pastorcillo mentiroso? Y si viene el lobo, ¿cuál es la estrategia correcta para salvar el rebaño?

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