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Lealtad, 1

El presente se cotizó hace meses

Hay una repulsa en ciernes respecto a lo que sucede en las Bolsas desde que comenzó el maravilloso rebote técnico que algunos lo interpretan ya como un cambio de tendencia después de tres años de severos recortes. Hay una repulsa encabezada tanto por técnicos como fundamentalistas, porque ni unos ni otros avalan la mejora de las Bolsas.

Quienes despotrican contra la situación de los mercados de acciones olvidan una máxima incontestable, la que asegura que la Bolsa es soberana y siempre tiene la razón. Su razón está en el cruce de oferta y demanda, en los precios, es decir, en lo que los participantes en el mercado están dispuestos a pagar por las acciones cotizadas.

En esta máxima indiscutible cuenta mucho el sentimiento ancestral de la anticipación. El bolsista es un animal que dice estar bien dotado para olfatear corrientes y tendencias y, por derivación, para anticiparse a las mismas. Esta es, entre otras, una de las principales razones que explican la mejora, para muchos fuera de órbita, de los mercados de acciones.

Lo que hoy aparece en los medios de comunicación ya se descontó hace meses, cuando los índices tocaron los niveles más bajos de los últimos años y dejaron en buenas las referencias del 11 de septiembre de 2001. Lo que hoy cotizan las Bolsas son las noticias que se producirán dentro de tres o seis meses. La apuesta de ahora es, así, inmejorable, tanto a niveles de creación de empleo, que ahora no se producen, como de mejora económica o de resultados empresariales y de situación geopolítica.

Dentro de tres o seis meses se sabrá si el bolsista tiene buen olfato o los vientos que ahora huele no son los que eran. Con frecuencia, el bolsista padece gripes y dolencias especiales que le hacen confundir los olores y los sabores. Con frecuencia se producen sobrerreacciones cuando el tren en marcha no es el que había que haber cogido. En fin, la historia de siempre.

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