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Alemania

Schröder se la juega a la carta de la ruptura

El canciller alemán, Gerhard Schröder, sigue sin lograr el apoyo de los sindicatos y del ala izquierda de su propio partido a su plan de reformas sociales, creado para animar el crecimiento económico y reducir el paro.

El proyecto, conocido como Agenda 2010, ha provocado duros debates al ser considerado un ataque a los principios básicos del Estado de bienestar. Los críticos lamentan principalmente la flexibilización de las leyes de protección contra el despido y los recortes previstos en prestaciones por desempleo, ayuda social y subsidio de enfermedad.

El sindicato DGB, mayoritario en Alemania, tiene previsto anunciar hoy un plan alternativo para impulsar la economía que, entre otras medidas, propone un aumento de la deuda pública y el adelantamiento de la bajada de los impuestos proyectada para el próximo año. El presidente del DGB, Michael Sommer, afirmó esta semana, tras una reunión con el canciller, que 'con recortes de las prestaciones sociales no se sale de la crisis'.

Schröder reconoció que en la reunión con el líder sindicalista 'nadie se movió de su postura', pero se mostró optimista respecto al futuro y aseguró que 'el acuerdo llegará'. Aunque todos los sindicatos se oponen, su disponibilidad a negociar con el Gobierno es diferente y mientras el DGB es más partidario de la negociación, otros, como Verdi o IG Metall, siguen una línea más dura.

Además, el canciller tiene otro frente abierto en su propia casa con la oposición del ala más izquierdista del partido socialdemócrata (SPD), su formación. El SPD celebrará un congreso extraordinario el próximo día 1 de junio en el que Schröder intentará ganarse el apoyo del partido.

Frente a la oposición radical de los sindicatos, el acuerdo entre los socialdemócratas parece más factible y los expertos cuentan con que el canciller acabará logrando el visto bueno al proyecto, aunque para ello tenga que aceptar algunas soluciones de compromiso.

Estos son los principales puntos de la Agenda 2010 y las críticas de sindicatos o del ala izquierda del SPD:

Subsidio de paro. El Gobierno propone una reducción del periodo de recepción de subsidio de paro hasta un máximo de 12 meses. Sólo los mayores de 55 años podrán recibir estas ayudas durante 18 meses. Actualmente, algunos colectivos como los parados mayores de 57 años pueden llegar a cobrar el paro durante 32 meses.

Los críticos consideran estos recortes insolidarios, especialmente para los parados que han trabajado muchos años anteriormente y, por lo tanto, han pagado durante mucho tiempo el seguro de desempleo.

Legislación frente al despido. Las leyes de protección frente al despido se flexibilizarán ligeramente para las pequeñas empresas. Las críticas apuntan a que la protección frente al despido no puede modificarse, ya que es un instrumento de protección del empleo.

Seguro de enfermedad. Las compañías privadas, que en Alemania gestionan la sanidad pública, dejarán de estar obligadas por la ley a garantizar el pago de un seguro de enfermedad al trabajador, que deberá contratar un seguro adicional. Los críticos estiman que esta medida es un primer paso hacia la destrucción del sistema social compartido entre trabajadores y empresarios.

Presupuesto. El descenso de los ingresos del Estado, provocado por una menor actividad económica, se compensará con un aumento de la deuda, si bien el Ejecutivo insiste en que no disminuirán sus esfuerzos para consolidar el presupuesto. Los miembros del ala izquierda del SPD opinan que los más acaudalados deberían aumentar su contribución a las finanzas del Estado y abogan por introducir un impuesto sobre el capital.

Ayuntamientos. La Administración ha destinado ayudas por un valor total de 15.000 millones de euros para ayudar a los municipios, generalmente en dificultades financieras. Esta inyección de capital se financiará con la reforma de algunos impuestos y un programa de créditos del Instituto de Crédito para la Reconstrucción (KfW), entidad pública. Los críticos consideran estas ayudas insuficientes.

Formación. El Gobierno pondrá en marcha un programa especial para crear 100.000 plazas de formación para jóvenes en las empresas. Se instará a las compañías a aumentar sus plazas de formación y, si esto no es suficiente, se estudiará la introducción de un canon a pagar por los empresarios que servirá para crear esas plazas. Algunos críticos, principalmente del ala izquierdista del SPD, reclaman la introducción inmediata de ese canon.

Pensiones. El documento prevé la posibilidad de introducir un factor de sostenibilidad en el sistema de pensiones que ralentizaría el crecimiento de éstas. Además, la Comisión Rürup, creada a instancia del Ejecutivo para la elaboración de propuestas de reforma, ha sugerido elevar la edad de jubilación hasta los 67 años. Los sindicatos se opusieron tajantemente en un principio a la subida de la edad de jubilación, aunque después cedieron y aceptaron la idea.

Frente abierto con los sindicatos

Los planes reformistas del canciller Schröder pueden poner en peligro las tradicionales buenas relaciones entre los sindicatos y el partido socialdemócrata (SPD), según ha advertido el poderoso sindicato IG Metall, informa Reuters.Los expertos coinciden con está visión. 'El conflicto nunca ha sido tan duro como ahora', afirma Hans Vorlaender, de la Universidad Técnica de Dresde. Este analista rechaza apostar por un vencedor en la contienda, pero lo que sí que tiene claro es que 'habrá un perdedor'.Las reformas son necesarias, ya que la economía sigue sin echar a andar, el sistema público para la formación de parados es ineficaz y los costosos gastos de la cobertura por desempleo suponen ya un serio problema para las arcas del Estado. Pero los recortes de las prestaciones sociales chocan directamente con los principios de los sindicatos.Schröder ya fracasó en su encuentro con el sindicato DGB y ahora se teme que las relaciones entre el principal partido de la izquierda y las asociaciones de obreros queden dañadas para siempre. 'Este enfrentamiento, que ha sido provocado por el canciller, seguro que va a provocar un cambio sustancial en las relaciones entre los dos grupos', reconoce el experto Josef Esser, de la Universidad de Fráncfort.'Esto es algo completamente novedoso. Son dos trenes yendo a gran velocidad el uno contra el otro', resume Esser.La situación añade una nota de tristeza al 140 aniversario del SPD, fundado para proteger los derechos de los trabajadores.

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