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Tribuna
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Por la paz y la legalidad internacional

El saldo que puede apreciarse de la intervención armada en Irak no puede ser más negativo. Personas ajenas a toda responsabilidad, niños incluidos, han sido masacradas y mutiladas, se ha destruido infraestructura básica de Irak y ha habido un saqueo de parte imprescindible del patrimonio cultural de la humanidad. Como ya se había advertido, el objetivo del ataque siempre fue el control del petróleo, no la restauración de la democracia. Las 'armas de destrucción masiva' y las redes organizadas de terrorismo internacional siguen sin aparecer.

Si hay que celebrar el fin de la tiranía de Sadam Husein no pueden aprobarse los medios utilizados ni los objetivos buscados por la coalición anglo-norteamericana que contó con el incondicional apoyo, entre otros, del Gobierno español. Ahora la gran tarea es reconstruir lo destruido. Una pesada carga que caerá, sobre todo, sobre los hombros del pueblo de Irak pero que también repercutirá sobre los contribuyentes de otros países en beneficio de los señores de la guerra y del complejo industrial-militar que los sostienen.

El movimiento sindical europeo tiene una larga historia de rechazo del militarismo y de la guerra como forma de solución de conflictos y UGT exhibe con orgullo ser parte de esa honrosa tradición. UGT nunca defendió un pacifismo ingenuo. Se pronunció contra la guerra en Marruecos (con intervenciones memorables de Pablo Iglesias) y contra la de la Primera Guerra Mundial. Pero también luchó en defensa de la legalidad republicana, por la democracia y contra el fascismo.

Este Primero de Mayo queremos convocar a todos los hombres y mujeres del mundo del trabajo, a quienes creen en la paz, defienden la legalidad internacional encarnada por las Naciones Unidas, luchan por el respeto a los derechos humanos, el primero de los cuales es el derecho a la vida. Hemos participado activamente, junto a miles de personas y múltiples organizaciones, en las movilizaciones contra la intervención armada en Irak que probablemente han sido las mayores que ha conocido nuestro país.

Los señores de la guerra han llevado a cabo sus propósitos pese a las masivas protestas. Ahora es el momento de luchar para que su orden, basado en la destrucción y el caos, no prevalezca. Reclamamos un orden mundial basado en la paz, la justicia, el respeto a las Naciones Unidas, la vigencia de la ley, los derechos de los trabajadores. Exigimos el fin inmediato de la ocupación de Irak con la retirada de las tropas norteamericanas e inglesas. Reclamamos que el Consejo de Seguridad tenga la responsabilidad de administrar política y económicamente la reconstrucción de Irak, aunque sólo durante el tiempo más breve posible para que sean los ciudadanos iraquíes quienes decidan su futuro.

Un nuevo orden mundial requiere soluciones urgentes a problemas enquistados desde hace tiempo. Deben cesar las agresiones de Israel contra el pueblo palestino, asegurando al tiempo el fin del terrorismo y de toda forma de violencia. La comunidad internacional debe trabajar a favor de una convivencia pacífica entre Israel y el futuro Estado de Palestina.

Reclamamos la vigencia de la democracia y de los derechos humanos en todos los países. Incluida Cuba, cuya sangrienta política represiva no sería concebible ni tolerada en ningún país de la UE. Pedimos una solución justa y adecuada para la deuda externa que tiene sumida en la miseria a muchas naciones e impulsaremos, junto a la Ciosl, una campaña exigiendo el respeto a los derechos laborales y sociales.

Este Primero de Mayo es una oportunidad para que los trabajadores reclamemos más Europa. No es concebible un nuevo orden mundial sin una UE fuerte, que sea actor global en la escena internacional defendiendo los valores de la paz y del progreso. La Convención para el Futuro de Europa tiene la responsabilidad histórica de proponer una constitución que siente las bases de la convivencia interior y de la proyección de una gran potencia de 430 millones de habitantes. Para ello debe contarse con los trabajadores y es imprescindible el fortalecimiento de la CES como instrumento de defensa de la cultura social europea.

Esta celebración no coge al Gobierno del PP en buen momento. Su ineficacia en el manejo de los asuntos públicos (Prestige, AVE), sus graves errores en el enfoque de la política social (con el fiasco del decretazo) y el alineamiento sumiso con la política belicista de Bush han puesto en evidencia que la apuesta por un centro moderado y eficiente no era más que una consigna electoral.

En momentos en que la economía internacional atraviesa una etapa de incertidumbre surgen con mayor evidencia los problemas estructurales de España, que afronta una elevada tasa de paro y precariedad laboral. La política de déficit cero exhibe sus negativas consecuencias: recorte de las becas para estudiantes, deterioro de la infraestructura ferroviaria, retraso en la sociedad de la información. Frente a ello, la respuesta electoralista ha sido la misma de siempre: más rebajas de impuestos que se presentan como panacea de todos los males. El Primero de Mayo es una expresión de solidaridad internacional como reclamo de un giro imprescindible en la política del Gobierno de España.

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